El regionalismo es una tendencia universal y una bisagra para mantener unida y estable nuestra región. Si algo ha tratado de hacer Latinoamérica por décadas es convertir esta parte del continente en un mercado de producción de bienes y servicios. Sin embargo, si bien la naturaleza se ha encargado de buena manera de darnos una entidad bastante homogénea, la política nos une por la vía de la retórica más que por la de la integración amplia, verificable y perdurable. La región necesita instituciones más sólidas, con sistemas de solución de controversias permanentes y blindados para la preservación de los acuerdos establecidos.

Nos caracterizamos por una maraña de acuerdos comerciales y de integración que fueron proliferando y consolidándose, en los que se imponía una visión liberal de la economía y de inserción en los procesos de globalización, teniendo como puntas de lanza la CAN, el Acuerdo de Integración Centroamericano, Caricom y posteriormente Mercosur. A estos se suman los TLC entre algunos países de la región, especialmente impulsados por Chile y México. El G3 fue uno de estos esfuerzos. El Acuerdo del Pacífico se abre paso como el más sólido de los esfuerzos de integración comercial y económica. En Latinoamérica y el Caribe se buscan bajo estos esquemas tres grandes objetivos: ampliar los flujos de comercio entre los países de la región, desarrollar la infraestructura regional y generar riqueza con su consecuente efecto en la creación de empleo estable. Esta visión impulsa a nuevos y más consumidores con opción de elección de productos.

Con el regionalismo abierto se busca, entre otros propósitos, integrar una economía de mayor escala para la región. Es difícil intentar penetrar la economía mundial con unas de menor dimensión. Otro de los objetivos que se persigue es hacer que nuestros proveedores, incluidas las pymes, sean más competitivos. Los gobiernos en su mayoría estimulan a sus empresas a competir para desarrollar sus capacidades exportadoras. Por otra parte, estos procesos de integración, y a su vez de ampliación de mercados, permiten el ahorro de divisas convertibles y atraer inversiones directas basadas en la amplitud de los nuevos mercados.


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