«Sepan administrar su victoria, porque ya la están llenando de mierda. Es una victoria de mierda y la nuestra, llámenla derrota, pero es de coraje», dijo Chávez, tras el triunfo de la oposición en el referéndum en diciembre del año 2007, cuando su reforma socialista de la Constitución fue rechazada por 50,7% del país.

Chávez había comparecido junto a miembros del Alto Mando militar, para desmentir distintas informaciones periodísticas y de la oposición, según las cuales habría sido presionado por oficiales castrenses de alta graduación para aceptar su descalabro. Frustrado ante la derrota que le infringiera la oposición, empleó una metáfora sobre los escudos de armas que adornan Fuerte Tiuna, la mayor base militar del país, y señaló que a veces estos emblemas tienen una especie de herrumbre: «Y eso tiene dos componentes: sangre y mierda. Toma nota (Hernán) Lugo Galicia –dijo aludiendo al periodista del diario El Nacional que escribió el reportaje– porque lo tuyo es esto último, mierda».

El país se había ido acostumbrando a la perdida de la majestad presidencial en la persona de Hugo Chávez, quien cual pendenciero no tenía empacho alguno en denostar de sus adversarios con vocabulario soez, a través de su programa que se transmitía en cadena por televisión y radio y en horario infantil, por lo que su vulgar y escatológico lenguaje quedaban en la mente de niños y niñas de corta edad. Se puede inferir que hubo en cierto modo alguna tolerancia, porque la gente solía decir, “bueno es su manera de expresarse”, lo que al mismo tiempo era auspiciado y fomentado por sus seguidores, con gritos y cánticos como: “así, así, así es que se gobierna”, como avalando las vulgares expresiones de su líder.

Cuesta mucho comprender y aceptar este tipo de lenguaje violento y obsceno en la persona de un presidente de la República, quien por otra parte es líder de un grupo de la sociedad, y que supone debe estar ajeno de expresiones de violencia social, de acciones intolerantes y expresiones vulgares, fuera de tono y sin respeto a los presentes en sus acostumbradas charlas televisivas, y a quienes se encuentran en sus hogares detrás de los televisores. Según estudiosos y eruditos profesionales de la psicología el lenguaje y la actitud violenta tienen su fundamento en individuos biológicamente predispuestos con personalidades extremas, en especial los paranoides/narcisistas ante situaciones de traumas y frustraciones, pero también en presencia de situaciones positivas, o en una combinación de ambas. Estos individuos –acotan los sesudos estudiosos de esta ciencia– en presencia de situaciones especiales, pueden escindir la experiencia emocional primitiva en un segmento de bienestar y felicidad, y otro segmento agresivo y peligroso.

Esta conducta del fallecido Comandante galáctico, también es el legado que su hijo putativo y heredero del poder Nicolás Maduro, ha asimilado cual aplicado estudiante y al pie de la letra, al extremo de que no disimula en copiar hasta sus expresiones gestuales e iracundia, alzando la voz cual sargento cuartelero en procura de impresionar a la masa chavista-madurista, que asiste a sus cotidianos y tediosos programas televisivos que se transmiten  en cadena. No escapa de su menguado vocabulario y léxico obscenos pasajes y groseros insultos escatológicos para con sus adversarios políticos, que no comulgan con su miserable revolución socialista, marxista, cubana y mal llamada bolivariana, pero que asisten como automáticos espectadores para aplaudir sus desaguisados comentarios, respondiendo de esta manera primitivamente como lo hacían los espectadores romanos ante una sangrienta orgía de gladiadores , en la que se mezclaban la violencia, el placer, gratificación y sentido de pertenencia de un grupo liderado por una persona enfermiza mentalmente.

El vocabulario escatológico que suele ser usual en Maduro, Cabello, Jaua, Rodríguez, Istúriz y otros “tonton macoutes” del gabinete (¿) ministerial y del partido oficialista, es propio del llamado “analfabeta político”, el mismo que según Bertolt Brecht “no oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe del costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, que dependen de decisiones políticas”.

Bien lo afirmaba el eminente intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri: “La palabrota que ensucia la lengua termina por ensuciar el espíritu. Quien habla como un patán, terminará por pensar como un patán y por obrar como un patán. Hay una estrecha e indisoluble relación entre la palabra, el pensamiento y la acción. No se puede pensar limpiamente, ni ejecutar con honradez, lo que se expresa en los peores términos soeces. Es la palabra lo que crea el clima del pensamiento y las condiciones de la acción”.

Arturo Uslar Pietri fue protagonista de una historia singular en nuestro país. Durante una entrevista televisiva el respetado escritor dijo la palabra «pendejo» para ironizar  la situación de corrupción de ese momento. La entrevista se realizó el día 16 de mayo de 1989 y sus palabras estallaron en la opinión pública: “Los ciudadanos honestos, los no corruptos son, en algunos casos, calificados como pendejos. Los honestos somos pendejos”, sentenció.

El escándalo y posterior reflexión generaron la institucionalización de la palabra en radio, TV y prensa. La presión de la sociedad por realizar acciones gestó una marcha el día 15 de junio de 1989 denominada «La Marcha de los Pendejos», con ella se entregaron documentos para exigir honestidad en la gestión gubernamental. Miles de personas caminaron por las avenidas de Caracas declarando a gritos, con pancartas y afiches que eran pendejos. Con esa acción se repudió la corrupción y a los corruptos en Venezuela en 1989.

Reza el proverbio latino: “Árbol que nace torcido, nunca sus ramas endereza”, por tanto al inquilino de Miraflores con preaviso de desalojo, le costaría mucho utilizar otro léxico en sus dislates discursivos, que no sea con groseros y vulgares adjetivos como los utilizados contra el secretario general de la OEA, Luis Almagro: “Métase su Carta Democrática donde le quepa”, y al empresario presidente de Polar, Lorenzo Mendoza: “Eres un verdadero ladrón. Aquí te espero, traidor. Da la cara, oligarca, bandido”.

“El que siembra vientos, cosecha tempestades”. De allí que el régimen recibe una buena dosis de su propia medicina en las manifestaciones de la oposición a manos de jóvenes indefensos que portando solo la bandera tricolor, se vieron ferozmente reprimidos, por lo que en respuesta en los días siguientes lanzaron a los represores botellas con excremento, que las bautizaron “puputov”. Así son las cosas diría en vida nuestro amigo, colega y maestro Oscar Yanes, quien en uno de sus famosos programas televisivos, no dudó en calificar al gobierno de Chávez como “una dictadura por toda la calle del medio”, prolongada hasta la presente fecha. O sea, más y peor de lo mismo.

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