“Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad, por la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer…”. Rafael Caldera, ex presidente de Venezuela

Carlos Andrés Pérez vaticinó lo que iba a suceder en Venezuela si llegaba Hugo Chávez. Aquella experiencia que tenía CAP se reflejó claramente en el programa de televisión Primer plano (https://www.youtube.com/watch?v=uGIubttz8tY&t=309s),  y nadie le creyó a Pérez, solo  vieron al comandante llegar al poder en 1999, constituyéndose en menos de veinte años en  un mundo lleno de corrupción que llevaron al colapso total con una hiperinflación, cortes de energía, escasez de alimentos y medicamentos que están expulsando a millones de venezolanos del país.

Extrañamente está pasando como en  aquella novela de Miguel Otero Silva (https://www.youtube.com/watch?v=YXHe9ychEP4): Casas muertas. Ahí se toma como referencia  al pueblo  Ortiz, que no quiso morir con el paludismo, el gamonalismo y las guerras civiles. Los habitantes se van a emigrar a otras ciudades, como hoy en día pasa con los venezolanos, quienes huyen de un país en guerra, sin importarles que, aun arriesgando sus vidas, lo vital es salir de Venezuela, no importa la forma, bien sea a través de trochas, ríos y métodos irregulares que muchos desconocen, pero que son secretos a voces, unos incluso cruzando el río Táchira, con el riesgo de morir ahogados; por el mar en embarcaciones incipientes, expuestos al naufragio y perdiendo, así, la vida. Nadie cree lo antes comentado en esas historias. Muchos de ellos van cantando la canción de una desconocida hasta hace poco: la venezolana Reymar Perdomo, «Me fui» (https://www.youtube.com/watch?v=g-epKvMR5zA); otros, con lágrimas en los ojos, el corazón partido en mil pedazos y sin importarles dejar su vida y meterla en una mochila, así va la diáspora venezolana, que en cada hora del día salen por lo menos cuatrocientos venezolanos.

Todo esto fue producto de la corrupción administrativa que se incrustó desde siempre en el gobierno chavista. Muchos de sus altos funcionarios están vinculados a mafias organizadas, solicitadas internacionalmente, y a la corrupción con violación de los derechos humanos. En consecuencia, el gobierno de Maduro ha sido sancionado por Estados Unidos, y también sus colaboradores, entre ellos, el que hoy es declarado prófugo de la justicia estadounidense: el empresario Raúl Gorrín (https://www.elmundo.es/internacional/2018/11/22/5bf59ab7e2704e802b8b47d7.html), mientras que sus «socios», Alejandro Andrade (ex tesorero de Hugo Chávez) y el banquero Gabriel Jiménez, permanecen bajo custodia de las autoridades de Estados Unidos.

Para muchos, incluso, ha alcanzado nuevas dimensiones, a juzgar por la cantidad de dinero que se transa a diario, especialmente en carros y viviendas de lujo, como muchas veces el comandante Chávez lo criticaba http://goo.gl/MyhW20  en reiteradas cadenas de  Aló, presidente, pero esto quedó hacia un lado.

Se volvió la corrupción una epidemia social que tiende a carcomer la base de la sociedad misma, y está siempre en contraposición con la equidad y conciencia de los intereses comunes. Se opone también contra los valores morales que deben prevalecer en los seres humanos. Ellos envidian al que tiene dinero trabajado; si no se  arrodillan a ellos,  les expropian  sus riquezas porque se cumple lo que decía Winston Churchill: “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.

La decepción y la incompetencia del propio venezolano de todos estos hechos solo les retumbaba en los oídos con aquella frase del ex presidente Luis Herrera Campins: “A comprar las alpargatas porque lo que viene es joropo”. Sin embargo, nadie le creyó…

Nadie en el mundo cree esto de la crisis que se vive en Venezuela, porque este país es rico, pero con un pueblo pobre, vivir aquí, en este país, es otra realidad o tal vez se me denigre al ser catalogado como un ingenuo parecido a otra obra literaria de Gabriel García Márquez (http://goo.gl/xcK4Jh): El coronel no tiene quien le escriba. Un hombre de buena fe y bastante ingenuo vive en su pueblo esperando 15 años para recibir su carta de jubilación, o sea, la pensión que le va a cambiar su fortuna. Inconforme por un sistema gubernamental de la época, puesto que no recibe respuestas negativas o inesperadas de la vida cotidiana, ya el coronel, sintiendo temor, miedo o insatisfacción, que más tarde en la narración de la novela se refleja en la resignación y la pérdida de la esperanza… Así nos sentimos muchos venezolanos de buena voluntad, que, como yo, solo dice una verdad que a nadie le gusto escuchar. Hoy veo a los grandes edificios, donde  se ven los apartamentos en los que nunca se enciende la luz, estacionamientos con puestos vacíos o carros cubiertos con fundas y buzones atiborrados de correspondencia atestiguan el abandono en varias ciudades venezolanas. En donde millones de venezolanos que han ido a otros países, y lo más triste de todo es que la gran mayoría de ellos son jóvenes, así como que el 70% de estos tienen preparación universitaria, experiencia profesional, y técnica, por lo que en Venezuela solo queda una sociedad de ancianos.

Nada en la vida es fácil, pero tampoco difícil, y el camino por seguir es pedregoso y la distancia por recorrer no es una carrera de pocos metros. En que en este  maratón de 20 años solo hemos  encontrado  un camino de  piedras y tropiezos con muchos obstáculos, pero con el deseo de ver salir adelante a este país que se llama Venezuela y hoy lo vemos en esta representación del joven gallardo, honesto e impetuoso, como lo es Juan Guaidó, en el cual hemos cifrado la esperanza muchos venezolanos que están dentro y fuera del país. Este joven es reconocido como presidente interino de Venezuela por más de  50 gobiernos alrededor del mundo. Siendo la cabeza visible de la oposición, ha logrado mantener cierta unidad en torno a su fresca figura política, alrededor de su ruta de fin de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.

En algún momento espero que a Guaidó se le cumplan sus objetivos porque significan el renacer de Venezuela. Lo narrado en la  novela de Miguel Otero Silva, Casas muertas. Aquel pueblo  guariqueño de Ortiz, ahora se refleja en todo el país, y espero que se escriba otra novela con el éxodo del pueblo venezolano a su tierra natal, Venezuela.


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