La localización y recuperación de fondos provenientes de la corrupción y otros ilícitos cometidos por funcionarios del gobierno y sus círculos de poder tiene que convertirse en un objetivo estratégico, tanto para la economía como para la seguridad de un próximo gobierno en Venezuela.

Estimados muy gruesos ubican que el tesoro venezolano pudo haber sufrido pérdidas de hasta 350 mil millones de dólares por la corrupción instalada en los últimos 19 años. Este monto corresponde al doble de la deuda externa total del país y triplica nuestro Producto Interno Bruto. Dudo que exista en el mundo, un caso similar de saqueo similar. Diría que sólo comparable a la extracción masiva de oro y obras de arte por parte de los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Resulta difícil hablar sobre justicia transicional cuando vivimos los padecimientos diarios de todos los venezolanos por imposibilidad de conseguir alimentos y medicinas, sabiendo que un ínfimo grupo se apropió de tanto dinero, sin importarles los daños irreparables que han causado a la población. De allí que es deber del próximo gobierno adecentar la administración pública y realizar todos los esfuerzos por recuperar la mayor cantidad de dinero posible de ese dinero, mientras se lleva a la justicia a los criminales responsables de este robo masivo y continuado.

Para los órganos de seguridad e investigación será un reto de grandes dimensiones lograr que estos fondos reingresen al Tesoro Nacional, para lo que necesitaremos formar hombres y mujeres honestos, incorruptibles, valientes y altamente comprometidos con los intereses de la nación y puestos al servicio de este propósito.

Afortunadamente ya existen varias aproximaciones en relación con los destinos de estos dineros. La Asamblea Nacional y algunos gobiernos han adelantado investigaciones sobre las fortunas depositadas en cuentas personales de funcionarios y exfuncionarios de las administraciones del chavismo, así como de sus posibles testaferros. La facilidad con la que estos delincuentes se hicieron de centenas de millones de dólares los ha hecho descuidados en la forma cómo han movilizado tal cantidad de fondos, dejando rastros trazables en varios países. Aunque en muchos casos, el entramado de operaciones requiere tiempo y dedicación para poder identificar y posteriormente recuperar algo de lo estafado, vale el esfuerzo dada la magnitud del robo.

Recientemente participé en un foro dónde se discutía el tema de la recuperación de fondos provenientes de la corrupción. Lamentablemente, son muy pocos los casos de éxito en América Latina, y la cifra promedio en el mundo no alcanza el 15% de las cantidades espueleadas a los estados. Sin embargo, la globalización, la conectividad de las redes bancarias y las leyes internacionales para trazabilidad del dinero con fines de minimizar la legitimación de capitales, abren nuevas perspectivas para incrementar la tasa de retorno.

En Venezuela estamos a las puertas de un cambio profundo en el modelo de administración del Estado. La recuperación del dinero de la corrupción debe ser una bandera para una nueva y más ética manera de hacer política. La restauración de nuestras profundas heridas pasa por hacer justicia y enviar una señal remoralizadora al país para que no se nos olvide el altísimo precio que hemos pagado en todos estos años. La seguridad tendrá una función protagónica en todo este proceso, no me cabe dudas que tenemos la gente para lograrlo.

@seguritips

 


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