Al principio, cuando Hugo Chávez fue elegido presidente de Venezuela, casi todo el mundo estaba encandilado por los flashes resplandecientes de una ilusión totalmente incierta y se ocultaba, intencionalmente, todo lo positivo que la república civil había logrado a favor de las grandes mayorías nacionales. Se inició toda una operación de negación histórica de nuestro legado democrático. Después del desastre destructivo, continuado ahora por Maduro en estos larguísimos 18 años, ya comienza a reconocerse que los 40 años de democracia fue el mejor período de paz y progreso que vivió Venezuela en toda su historia.

Lo primero que hay que dejar establecido es que no hay país, en la historia universal del desarrollo, que haya podido progresar sin libertad y democracia. Los ejemplos del desastre comunista del siglo XX están demasiado cercanos para poderlos desmentir. Toda la Europa del Este era un erial en comparación con el oeste productivo y moderno. Así como la China era un país de millones de habitantes pasando hambre, hasta que asumieron el capitalismo más salvaje sobre la Tierra. Aquí, más cerca de nosotros, por lo que nos toca de alcahuetes de su economía maltrecha, Cuba es otro ejemplo de lo que nunca se debió hacer aunque ahora andan en proceso de rectificación. Mariel es la punta del iceberg de la rectificación comunista, hacia el capitalismo desarrollista, solo comparable al de China o Vietnam.

En el plano de las obras civiles no hay comparación posible de la etapa democrática y civil con este desastre del “socialismo del siglo XXI”: los grandes hospitales como el Militar de Caracas, el Universitario de Maracaibo, el Central y el Militar de Maracay, el Pérez Carreño, el Victorino Santaella, la Maternidad del Sur de Valencia, son algunos ejemplos del esfuerzo de infraestructura en salud realizado. El puente sobre el lago de Maracaibo; el puente Angostura sobre el Orinoco; las autopistas y carreteras, vías de penetración agrícola, así como las centrales hidroeléctricas del Caroní, de Macagua I, II y III, Planta Centro, el Sistema Interconectado Nacional en toda Venezuela, son otros ejemplos de eficiencia en el manejo de los recursos del Estado, que nos permitía exportar energía eléctrica a Brasil y Colombia.

En Caracas el distribuidor La Araña, El Ciempiés, el Segundo Piso de la Autopista del Este, la Autopista Prados del Este; el desarrollo habitacional de Caricuao, el del Banco Obrero de San Martín, el Metro de Caracas, el Museo de los Niños, el Teatro Teresa Carreño, el Museo de Arte Contemporáneo, son hitos de la continuidad administrativa en democracia. Los aeropuertos de Maiquetía, Margarita, Valencia, Maracaibo, Puerto Ordaz. Las universidades Simón Bolívar, del Táchira, la Biblioteca Nacional, las sedes del Banco Central de Venezuela, del Ministerio de Educación, el Parque Central de Caracas, el Parque del Este, el Parque Zoológico de Caricuao, son obras de significación perdurables.

La nacionalización del hierro y del petróleo y, concomitantemente, el desarrollo de las empresas de Guayana junto con la constitución y estructura de la empresa más importante del mundo, en su momento, como Pdvsa sin politizarla, sino estimulando a los mejores para que fuese dirigida por la “meritocracia”, fue ejemplo de excelente gerencia pública.

El plan de becas Gran Mariscal de Ayacucho que permitió a los hijos de los obreros y campesinos venezolanos educarse en las universidades más prestigiosas del mundo para que vinieran, luego, a dirigir todas las empresas privadas y públicas de Venezuela y el Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles, son algunos de muchísimos otros logros intangibles de la etapa democrática. Jamás hubo desabastecimiento de comida y medicinas como ahora. Ah, y todo ello se construyó y consolidó durante 40 años, con menos de 10% (proporcional y monetariamente) de lo que este régimen recibió y dilapidó en 18 años.

En Venezuela, hoy día, a pesar del pesimismo que cunde cuando se sigue viendo en el poder a quienes se dedicaron a destruir todos los logros de cuarenta años de gobiernos progresistas, a pesar de ello, digo, sabemos que no todo está perdido, porque el venezolano que queda y el que se va para regresar, están planificando la sinergia necesaria para salir de esta pesadilla, sin prisa pero sin pausa, en un proceso que nos llevará a ganar las elecciones de gobernadores, las municipales y las presidenciales. Acto seguido, esa misma sinergia unitaria nos permitirá, desde el gobierno, utilizando los mejores talentos, con la disposición de otorgar seguridad jurídica a los inversionistas nacionales y extranjeros, devolviendo las empresas ilegalmente expropiadas a sus legítimos dueños –aunque estemos entrando con 20 años de atraso al siglo XXI– vamos a reconstruir a Venezuela.

Construimos a Venezuela en el siglo XX, vamos a reconstruirla en el siglo XXI. Este siglo comenzará el próximo año, Dios mediante. Llueve y escampa, porque sí hay futuro. Ya lo verán.

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