Decir que hay que reconstituir la mayoría electoral que tienen los demócratas venezolanos parece una perogrullada, pero es necesario confirmarlo, una y mil veces, porque la propaganda oficial, orientada desde la Sala Situacional de Miraflores y dirigida por gente que normalmente menospreciamos, confunde a esa mayoría casi sin darnos cuenta.

Este es un gobierno que no sabe gobernar, pero es experto en diseñar políticas que han producido, hasta ahora, un efecto devastador en la oposición venezolana. El primer gran efecto logrado por el régimen es el del desánimo y la división de la mayoría que lo adversa. Lo han hecho de manera sistemática y con la mayor inteligencia. Tienen gente de talento dirigiendo las políticas de inteligencia y contrainteligencia. Ya lo decía el Libertador: “El talento sin probidad es un azote”. Azote que se ha venido imponiendo y lo seguirá haciendo, a menos que nos demos cuenta de la truculencia y reaccionemos en consecuencia.

Desde el día siguiente de la magnífica victoria opositora de 2015, el gobierno diseñó una política para desprestigiar ese triunfo a través de decisiones ilegales e inconstitucionales, pero todas apañadas arbitrariamente por un Tribunal Supremo de Justicia dócil a sus dictados. La Asamblea Nacional realizó un trabajo impecable, pero las decisiones del más alto tribunal al declararlas inconstitucionales las hacían ver, ante la opinión, como ineficaces, logrando mermar su prestigio ante una opinión pública ávida de resultados que no se podían concretar por ese saboteo institucional.

La combinación perversa del Poder Judicial y el Poder Ejecutivo lograron el innoble propósito de desalentar el respaldo popular de que disfrutaba, ab initio, el Parlamento nacional. Claro que también desde la oposición se cometieron errores, no de mala fe, pero errores al fin y al cabo, que ayudaron en el despropósito de mermar el prestigio de la única institución que enfrenta al régimen y que logró el inmenso éxito de torcer una opinión internacional que nos era adversa, en otra que aún nos apoya. Ese mérito se lo debemos dar a las dos últimas directivas del Parlamento presididas por Henry Ramos Allup y Julio Borges, dos campeones de la resistencia contra un régimen que aún no ha podido ser totalitario, como se lo ha propuesto, gracias a una oposición democrática y sensata que se lo ha impedido.

Todos quienes adversamos a este régimen hemos cometido errores y debemos realizarnos las autocríticas necesarias, pero no al extremo de autoflagelarnos o criticar, desmedidamente, a quienes no pertenecen a nuestra parcialidad partidista. En las redes sociales vemos cómo, desde los laboratorios oficiales, se lanzan críticas demoledoras, ofensas y calumnias contra líderes de la oposición democrática, haciéndose pasar por radicales opositores, como toda una gran farsa que captura a ingenuos opositores de verdad.

¿Cómo se puede contrarrestar toda esta campaña tendente a acabar con la mayoría electoral opositora? Con la única política que frenará esa “Mise-en scéne” que ha montado el régimen haciendo uso de las técnicas más sofisticadas de contrainteligencia: la unidad de toda, óigase bien, toda la alternativa democrática venezolana.

Esa unidad debe concretarse con un acompañamiento a las más urgentes necesidades que hoy padece el pueblo venezolano, a través de la creación de comités de base, unitarios, que hagan contraloría social sobre las graves deficiencias de desabastecimiento de alimentos y medicinas, además de denunciar la ineficacia en la prestación de los servicios públicos, como: agua, luz, gas doméstico, salud, educación y transporte, que se han convertido en verdaderas calamidades y padecimientos que a diario sufre el pueblo venezolano. No se puede seguir llamando a marchas y manifestaciones sin un objetivo claro de contenido social, que conduzca a la real organización de las masas populares, porque de no hacerlo se desprestigia este método de lucha al no alcanzar objetivos concretos.

Con la gente organizada, recuperando el prestigio de la lucha social de la alternativa democrática, es la única manera de desmontar toda la estrategia del régimen tendente a mantenerse en el poder, siendo minoría, en detrimento de la mayoría del pueblo democrático venezolano. Empinémonos por encima de diferencias menores y reconstituyamos la mayoría que seguimos siendo.

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