El coordinador del Frente Amplio de Carabobo, Asdrúbal Romero, insigne bregador que sin complejo se faja de tú a tú hasta con las afanosas hormigas, me habló el mismo domingo por la noche de “la rebelión de las calles vacías” para referirse a lo acontecido en las votaciones del 20-M. Pues, como un Cabello cualquiera, me apropié indebidamente de su expresión.

Así se desarrolló ese proceso ilegítimo. En política, el azar también tiene su cuotaparte. La participación de Henri Falcón, muy cuestionada por el resto de la oposición, finalmente terminó destapando la celada del régimen en alianza perfecta con el Consejo Nacional Electoral. Minutos antes de que hablara la matarife electoral, el ex gobernador le anunció al país el desconocimiento de los resultados de esos comicios.

Ese desconocimiento, precisamente, despejó la incógnita de lo que sería su posición una vez concluido ese evento cuestionado por el mundo entero, con las excepciones de algunos que otros países que le tienen el ojo puesto al poco dinero que queda en Venezuela. El caso es que su determinación de desconocer las fraudulentas “elecciones” es un aporte interesante que le dará más razones a la comunidad internacional para seguir acorralando al régimen de Nicolás Maduro.

Lo sucedido el 20 de mayo tuvo una connotación letal para el gobierno caribe; a esa alucinación que ha sido el socialismo del siglo XXI, los venezolanos le dieron requiescat in pace. Meritorio destacar, del mismo modo, que el pueblo democrático demostró dignidad, valentía y firmeza. El régimen no logró intimidarlos ni con el terror ni mostrándole el hueso. El caso fue que ese pueblo, por decisión personalísima, no participó en ese circo electoral montado por el régimen y triunfó. Por el contrario, los partidos políticos, mejor dicho, la mayoría de ellos, en un momento titubearon para tomar la decisión de no convalidar el fraude del gobierno nacional.

Se puso de manifiesto entonces que las excentricidades políticas, las frivolidades huecas y las frases sensibleras de amor no mitigan el hambre ni engañan a nadie; hay conciencia sobre la verdad y la farsa. Esa especie de que la gente con hambre está dominada por la estrategia socialista, esa absurda percepción, también fue acribillada el domingo 20-M. Por eso mismo fue la manera más habilidosa de expresarse ese 85 % de venezolanos que se resisten ser cómplices de los responsables de la ruina del país. Fue la manera más efectiva de participación activa, no había otra mejor. No votar no fue una estrategia sin efectos venenosos para el régimen. Como dijo hace poco Elías Pino Iturrieta: “La abstención no fue indiferencia, sino todo lo contrario”.

En razón de ese resultado abstencionista de los venezolanos, al día siguiente el Grupo de Lima llamó a consulta a sus embajadores, según informó el senador republicano Marco Rubio, quien adelantó que vienen en seguidillas más condenas internacionales. La familia Cabello ya recibió lo suyo por adelantado.

De manera que de nuevo las fuerzas democráticas se montan en la cresta de la ola. Su afortunada decisión de no asistir a la farsa invitación electoral, esa feliz coincidencia, pues los asocia con los ciudadanos que fueron los héroes de ese día. La oposición no puede transformar, como por arte de hechicería, en un fracaso la rotunda derrota que le infligieron a Maduro y su gobierno…

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