El eterno retorno

Hemos votado, marchado, protestado, lanzado piedras, tragado humo, vuelto a votar, mentado madres, caceroleado, bailado (como terapia infeliz), cerrado calles, votado de nuevo, quemado cauchos, bañado de mierda a nuestros represores (como terapia feliz), ido y venido, vuelto a ir, vuelto a venir, votado otra vez, y nada; por hacerlo, por oponernos a la dictadura, nos han perseguido, expropiado, encarcelado, torturado, desterrado o asesinado. Somos un pueblo mal herido, que agoniza.

Supuestamente todo lo que ha ocurrido, todo lo que hemos sufrido (y seguimos sufriendo), ha servido para que el mundo se entere de que en Venezuela hay una dictadura.

¿En serio?

El que se cansa, pierde

Si alguien pudiera decir que vive una auténtica pesadilla somos los venezolanos, una pesadilla que no culmina, que se extiende.

Leopoldo López se pronunció al respecto, profetizó fatalmente: “El que se cansa, pierde”. Frase que nos inspiró y motivó para seguir combatiendo, y lo hicimos, luchamos, salimos a las calles, votamos otra vez, vencimos, conquistamos la Asamblea Nacional, insultamos en la cara a los chavistas, los humillamos, la dictadura nos volvió a perseguir, expropiar, encarcelar, torturar, desterrar y asesinar; nos rebelamos, sufrimos, lloramos, mentamos madres, el mundo confirmó que en Venezuela había una dictadura, y decidimos volver a votar: “No se pueden perder espacios”.

Mucho me temo que somos un país extenuado.

El matadero de la historia

No entiendo como en momentos de su historia los pueblos pueden extraviarse de manera tan dramática como Venezuela lo está ahorita. No lo entiendo.

Por enésima vez acudimos a unas elecciones en Venezuela en tiempos de peste chavista, elecciones que conocemos fraudulentas, amañadas, inútiles, pero no tenemos mejor remedio que acudir. Conscientes o inconscientes votaremos otra vez sin condiciones electorales mínimas, en esta ocasión hasta nos escondieron las mesas de votación (maniobra tragicómica), para que caiga sobre nuestra dignidad nacional la guillotina del fraude, y su desprecio.

¿Será posible que la mayoría se imponga algún día?

Lo que comenzó mal

Pese a que somos mayoría, eso lo sabemos, la peste chavista y su criminalidad cínica se las ha ingeniado para permanecer en el poder y arruinarnos material y moralmente como país.

Desde que asomó su rostro esa maldición babilónica llamada Hugo Chávez el 4 de febrero de 1992, hemos vivido entre sobresaltos, sangre derramada, mortandad y confusión. Una ciénaga de inmoralidad, corrupción, represión y cinismo ha imperado. Lo que comenzó mal cuando se liberó a quienes dieron el golpe de Estado (Chávez, Cabello, Ameliach, Arias Cárdenas, etcétera) ha terminado peor con la inhumana dictadura de esa misma banda (¿en cuál infierno se estará consumiendo Caldera?).

Lo abominable no solo fue el acto criminal de Chávez, lo suicida fue relajarnos ante él, permitirlo.

¿Permitir el fraude electoral no es otro tipo de suicidio?

La rebelión cansada y perdida

El Consejo Nacional Electoral está secuestrado. Votar no nos liberará del chavismo. Pensar lo contrario no solo es iluso, es lunático. Pero la rebelión popular, por ahora, tampoco nos ha liberado; hemos estado cerca, pero no nos ha liberado, no hemos dado el paso definitivo para la toma total, masiva y nacional de los poderes públicos.

Habrá elecciones (otra vez) y también habrá fraude (otra vez). ¿Estarán los candidatos dispuestos a reivindicar su victoria? ¿Lucharán? ¿Legitimarán a la fraudulenta asamblea nacional constituyente? ¿Claudicarán? ¿Se rebelarán? ¿Cuándo son las próximas elecciones? ¿Las presidenciales? ¿Mismo CNE?

La rebelión se cansó, está extenuada y perdida. Ojalá alcanzase un nuevo aliento, otra inspiración, una nueva fuerza, algo de fe.

La necesitamos.

El eterno retorno (bis)

Hemos votado, marchado, protestado, lanzado piedras, tragado humo, vuelto a votar, mentado madres, caceroleado, bailado (como terapia infeliz), cerrado calles, votado de nuevo, quemado cauchos, bañado de mierda a nuestros represores (como terapia feliz), ido y venido, vuelto a ir, vuelto a venir, votado otra vez, y nada; por hacerlo, por oponernos a la dictadura, nos han perseguido, expropiado, encarcelado, torturado, desterrado o asesinado.

(Y así sucesivamente hasta que como pueblo le pongamos una fecha final a esta ruina y con el apoyo internacional tomemos de manera total, masiva y nacional todos los poderes públicos hasta la libertad. Mientras tanto leamos esta entrega eternamente como memoria repetida de nuestra tragedia.)

Supuestamente todo lo que ha ocurrido, todo lo que hemos sufrido (y seguimos sufriendo)… etcétera.


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