¿Qué es un pueblo en rebeldía? Evidentemente, un pueblo que dice NO. Él rechaza, no renuncia: es un pueblo que también dice SÍ desde el comienzo. Un pueblo convertido prácticamente en esclavo por la eliminación progresiva de sus derechos políticos, juzga de repente inaceptable la continuación de una situación deteriorada política, económica y socialmente de la destrucción del país. Considera ya insoportables los decretos presidenciales que agudizan la enfermedad del cuerpo social. ¿Cuál es el contenido de ese NO?

Significa, por ejemplo, cuando conversamos con otros compatriotas: “las cosas malas, el Mal, ha durado demasiado”; “hasta aquí, más allá: NO, “ya van muy lejos en la entrega de la nación, en el despilfarro de recursos, en el saqueo”, “generando pobreza”, hay por tanto “un límite que no van a pasar los que detentan el poder ilegítimamente si nos atenemos al descontento generalizado, a la pérdida de apoyo electoral, político, para continuar los desafueros, cercenando las libertades y el bienestar general. Esto es, el NO confirma la existencia de una frontera.

Uno encuentra la misma idea de límite en este sentimiento de rebeldía colectiva que “el otro, el desgobierno”, exagera, puesto que quiere extender su acción malévola más allá de lo que la población está dispuesta a consentir; es decir, más allá de un cierto límite cuyo rebasamiento origina sorpresas, hechos inexplicables e intolerables, y es fuente de más rabia individual y colectiva.

Así, el movimiento de rebeldía se apoya al mismo tiempo en el rechazo categórico de una intrusión cubana considerada intolerable y sobre la certitud de que el derecho, el razonamiento constitucional lo asiste; más exactamente, la impresión en el pueblo rebelde de que “él tiene el derecho”, que actúa en concordancia con principios constitucionales. Por eso, la rebeldía popular no existe sin el sentimiento de tener en sí mismo, de alguna manera, y alguna parte, razón. Es en ese momento, cómo se observa en nuestra maltrecha realidad nacional, cuando un pueblo esclavizado, maltratado salvajemente, dice a la vez Sí y NO.

Él afirma, al mismo tiempo que la frontera, todo lo que él sospecha que vale la pena preservar. Demuestra, tal vez tercamente, que hay en él, en el pueblo, algo por lo cual luchar, incluso morir; ese algo es lo que estima la igualdad en dignidad humana, la justicia, libertad, igualdad de oportunidades, progreso social, imperio de la ley como fundamento de un renacido pacto social, construido con inspiración kantiana. Desea que imperen valores emanados del Bien, no del Mal, que se tomen en cuenta en el nuevo ordenamiento jurídico, que se detenga la deshumanización, la violencia, el terrorismo oficial, que ya es la causa de una mortandad de venezolanos al par que daña su condición biológica, impidiendo más tarde su realización como ser humano. En cierta forma, el pueblo en rebeldía opone al desbarajuste chavista que lo oprime una especie de derecho a no ser oprimido más allá de lo que ya ha aceptado. 

Al mismo tiempo que la repulsión respecto del  intruso cubano, hay en esta rebeldía una adhesión entera e instantánea del ser venezolano a una cierta parte de sí mismo, se protege, pues hace intervenir implícitamente un juicio de valor que le permite vencer el miedo, sostenerse firme en medio de los peligros. Hasta ahora, se mantenía callado, al menos, abandonado a esa desesperanza o a una condición, incluso, considerada injusta, pero aceptada. Callarse, es hacer creer que uno no juzga y no desea nada y, en ciertos casos, efectivamente, es no desear nada.

La desesperanza, como el absurdo, juzga y desea todo, en general, y nada, en particular. El silencio lo traduce muy bien. Pero, a partir del momento que comienza a hablar, incluso diciendo NO, el pueblo juzga y desea. La rebeldía, en sentido etimológico, es “voltear la tortilla”. El pueblo seguía su camino recibiendo o esquivando maltratos por doquier. He aquí que le hace frente al desgobierno. Busca lo que es preferible en relación con lo que no lo es, lo cual significa que toda revuelta invoca tácitamente un valor, aunque no todo valor implica una rebeldía. Este es el meollo de las multitudinarias manifestaciones, que el desgobierno chavista, si quiere la paz, debería interpretar en su exacta dimensión.

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@psconderegardiz


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