Escribo poco después del mediodía del domingo. Aún no han sido anunciados por el Consejo Nacional Electoral los resultados de la fraudulenta farsa que está en pleno desarrollo. Sin embargo, desde el amanecer hemos hecho seguimiento a la situación en todo el país. Es impresionante el vacío de los centros de votación, la desolación de las calles y avenidas, el creciente rechazo al régimen. También a quienes se han prestado a servirle de peones. Con relación a estos últimos hay de todo. Desde compatriotas de buena fe hasta veteranos de mil batallas políticas y electorales que no han sido engañados ni manipulados. Saben perfectamente de lo que se trata. No tienen ni tendrán perdón de Dios. Tampoco del bravo pueblo venezolano que se debate entre la decepción y la indignación.

Ya veremos lo que pasará en los próximos días. Esto no ha terminado. Pero pase lo que pase, debemos aferrarnos a los principios y valores que asumimos desde muy jóvenes a costa de lo que sea. Lo imperdonable sería y es, invocarlos para justificar el miedo o las componendas que se esconden detrás de algunas posiciones. Recordemos que no hay secretos eternos. Más temprano que tarde todo se sabrá. Hay casos que duelen mucho, pero en mi modesta opinión son imperdonables. Cancelo este capítulo por hoy para no caer en especulaciones prematuras aunque todo está telegrafiado y debidamente preanunciado.

Hay otro tema de mucha importancia para Venezuela, para el continente y para el mundo entero. Se trata de las elecciones presidenciales colombianas. La primera vuelta será el próximo domingo 27. Los medios de comunicación de todas partes han informado sobre el particular de manera amplia y plural. En lo personal me identifico plenamente con la fórmula encabezada por Iván Duque como candidato a la Presidencia y Marta Lucía Ramírez a la Vicepresidencia. Son consecuencia de un amplio consenso que trasciende las fronteras tradicionales de liberales y conservadores bajo la acertada conducción, entre otros, de los ex presidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe. Los cuatro, cada uno con sus propias circunstancias, han logrado aglutinar una clara mayoría nacional que respalda no solo a sus candidatos, sino a las políticas que adelantan para fortalecer la vida institucional de Colombia.

Igualmente todos, sin excepción, han sido claros al expresar su preocupación por la situación de Venezuela, en el rechazo al régimen madurista y en apoyar sin reservas los esfuerzos que aquí se realizan para darle plena vigencia a la vida en libertad y democracia. Cómo será la situación que creo es en lo único que los lleva, en este momento, a coincidir con el presidente Juan Manuel Santos. Una vez más Colombia marca un camino hacia la salida de la deplorable tragedia que vivimos y tratará de evitar que pueda reproducirse allá.

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