Como ya es su proverbial costumbre la Sala Electoral del TSJ produjo el pasado jueves una nueva sentencia. Adjetivarla como “una plasta”, tal como lo hizo el muerto en una de las poquísimas decisiones judiciales que le fueran adversas, sobre todo al comienzo del nefasto régimen, no tendría nada de extraño. Superado el escozor producido por la sinvergüenzura reinante en ese infame tribunal, hube de recordar viejas lecciones aprendidas e impartidas como alumno y luego como profesor en la universidad. “Toda sentencia debe contener… 5° Decisión expresa, positiva y precisa con arreglo a la pretensión deducida y a las excepciones o defensas opuestas, sin que en ningún caso pueda absolverse la instancia…”. “…Será nula la sentencia por resultar la sentencia de tal modo contradictoria, que no pueda ejecutarse o no aparezca que sea lo decidido…” (artículos 243 y 244 del Código de Procedimiento Civil).

Invocar en la actual Venezuela la aplicación del derecho positivo es inocuo. El Poder Judicial es un obsecuente subalterno del Poder Ejecutivo. Este perdió la legitimidad de origen por haberse subordinado a una asamblea nacional constituyente espuria e inconstitucional. La Asamblea Nacional existe de apariencia, más no de efectividad. La Fiscalía General de la República se encuentra acéfala en virtud de la írrita destitución de hecho del titular, y con el indebido nombramiento del aparente actual cabecilla. El defensor del pueblo no existe, puesto que el pretendido sucesor resultó nombrado por el mismo órgano ilegítimo. El CNE tiene más de un año con los periodos vencidos de algunos de rectores. La Contraloría General de la República es un simple adefesio donde no se controla nada… ¡Esta es la real situación del Estado venezolano!

La MUD ha devenido en un simple parapeto para encubrir indignidades creadoras de falsas ilusiones. El único acierto reconocido consistía en su tarjeta electoral; que cubriría a los candidatos electos vía consenso y/ mediante primarias. AD, PJ, VP, UNT y el partido del gobernador de Lara quieren ahora reivindicar las tarjetas propias para demostrar un pretendido predominio de influjo electoral. Se enredaron tan perversamente en la vil maniobra que ahora no hayan qué hacer para evitar el despelote inminente.

Nada halagüeño nos vislumbra el lunes 16 en cualesquiera de las previsibles resultas del evento electoral. Si los cuatro partidos que llevan candidaturas propias resultan ganadores (si efectivamente se respetaran las reglas del juego así sería) veremos nuevamente en acción a la Sala Electoral del TSJ para deshacer entuertos viscosos sobrevenidos. En 2016 defenestraron a tres diputados indígenas para quebrar la mayoría absoluta obtenida en aquellos comicios (sin que se haya producido nueva elección) y que le ha servido de pretexto al gobierno para parir la temeraria concepción de “desacato” de la Asamblea Nacional que la ha convertido en un adorno que ni para inútil jarrón chino sirve. De salvar este escollo, vendrá el “rollo” de la pretendida juramentación ante la constituyentica. No sigo con el relato cansón, puesto que el texto del sainete es suficientemente conocido.

Finalizaremos octubre con una verborrea desatada por los principales voceros de la MUD denunciando el nuevo fraude. Los veremos nuevamente acudir ante el TSJ (¿no les abochorna el reiterado, baboso e inútil recurso?) para solicitar decisiones de pleno derecho. Y así, sucesivamente, aterrizaremos en enero y febrero de 2018 para elegir diputados regionales, concejales y alcaldes. El mismo procedimiento conocido, con idénticos resultados. En septiembre y octubre de 2018 –los mismos integrantes de la actual MUD– llamarán a elecciones primarias para dilucidar la candidatura presidencial entre el secretario general de AD y la del gobernador del estado Lara. En diciembre de 2018, los mismos poderes actuales seguirán asolando con los casi inexistentes restos del republicanismo y de democracia contenidos en la Constitución Nacional. Seguramente para esas fechas, contaremos con el nuevo “parto de los montes” y tengamos una nueva carta magna producto de los 545 diputados de la constituyentica. Ese bodrio intragable y previsible será producto irremediablemente de la complaciente traducción que eficazmente realizará el obeso constitucionalista recién expulsado de la Federación Interamericana de Abogados, para darle relativa sindéresis seudojurídica, con muy opaco lustre. Todo de acuerdo con las órdenes precisas impartidas por Maduro y su pestilente combo milico-cívico.

Los venezolanos que profesamos una posición antidictadura y totalitarismo debemos plantearnos seriamente –dentro de siete días– la asunción definitiva de posiciones contundentes asentadas y propiciadas en la moribunda Constitución aún vigente. Con la intención de afrontar con propiedad, y sin más eufemismos, la coyuntura histórica en que nos encontramos. Se trata de optar –en el actual dilema– la necesaria vía precisa, y ya exclusiva. Seguir la ruta planteada por AD, PJ, VP y demás adherentes de hacer comparsa a los designios de la dictadura mediante los futuros “votos amaestrados” ya conocidos. Estirando la alcahueta arruga hasta enero de 2019 (con procesos similares idénticos al del próximo domingo) ara complacer, de alguna manera, las aspiraciones presidenciales desbocadas de unos pocos; o la de optar, alejados de simuladores aspavientos por la calle del medio, para obtener la reivindicación plena de la Constitución Nacional a través de los artículos 333 y 350.

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