Con alegría leí que en la nueva Constitución de Venezuela, redactada por el Dr. Hermann Escarrá, podría legalizarse el matrimonio entre personas del mismo sexo. Esta es mi oportunidad.

No. No estoy saliendo del closet ni soy gay todavía, pero, como he marchado, firmado, votado, dejado de votar y no pasa nada, tomé una decisión: voy a casarme con uno de los emblemáticos jefes del PSUV para salir de la miseria y para que me expliquen por qué les gusta esta vaina. Veamos los candidatos.

Hermann Escarrá: me llama la atención. Es limpiecito y huele a Jean Nate, pero no me jayo cuando, con palabras enredadas, dice que lo malo es bueno.

Aristóbulo Istúriz: cuando era maestro adeco era bueno, pero la guerra económica y las lumpias lo tienen loco y feísimo. Me daría miedo despertarme en la madrugada entre sus brazos.

José Vicente Rangel: me gustaba cuando era joven y se parecía a José Gregorio Hernández, pero como ya es muy mayor, si me caso con él le van a decir asaltacuna. Lo peor es que me convertiría en la madrastra de papi papi, su hijo alcalde, quien me llamaría mami mami.

Tarek William Saab: podría escribirme poemas lindos. Lo malo es que se afeita con el barbero de la morgue, quien le quita su belleza natural. No me gustaría que mis amigos jodedores me lo critiquen.

Ernesto Villegas: ¡ay, no…! Ese hombre para ser de izquierda es muy aguao y tiene cara de monja arrepentida. Prefiero casarme con alguno de sus dos hermanos, Mario y Vladimir, quienes son de derecha y están bien buenos.

Calixto Ortega (sobrino): me da miedo que funda el anillo de compromiso y lo venda en forma de bonos. Prefiero al tío.

Calixto Ortega (el tío): ¡excelente candidato! Bello, simpático, gracioso y bonachón. Lo malo es que va a querer vivir en Maracaibo y allí no hay luz, agua ni teléfono.

José Luis Rodríguez Zapatero: me encantan los españoles, pero este es un hibrido diabólico entre Bambi y Mr. Bean. Él no se entrega por amor sino por billete. Mejor que se case con Pablo Iglesias.

Nicolás Maduro: gran estadista y un gran hombre (mide 1,85). Economista como ninguno. Inventó las dos monedas invisibles más arrechas del mundo: el petro y el bolívar soberano. Él te sabe de medicina, ingeniería, agricultura, guerra económica, diplomacia y etc. Sibarita como yo, ama la alta gastronomía. Lo malo es que… ¡Ay!, se me acabo la página.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!