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ni contra los hombres de mirada verde que aman al hombre y queman sus labios en silencio» (Federico García Lorca)

Sucedía en un club de ambiente de una ciudad de la costa de Misisipí en los Estados Unidos de América allá por el mes de enero de este mismo año. Podríamos decir que la noticia no es fresca ya que han pasado casi ocho meses desde entonces. Sin embargo, los medios de comunicación y las redes sociales se encargan de recordarla estos días. Es cierto que hay noticias que no dejan de estar de actualidad y esta es una de ellas. Una camarera, Kara Coley, mantiene la que podría ser quizás la conversación telefónica más tierna de su vida laboral. Respondía a una extraña llamada al club gay que atiende en Gulfport (Estados Unidos) en la que una madre, preocupada por la sexualidad de su hijo, le pedía consejo (Justin Mitchell, «She didn’t know what to say when her son came out, so she called a gay bar in Gulfport«. Sun Herald, 20.01.2018)

Pero vayamos por partes. En primer lugar, el título del artículo refleja la estructura profunda de lo que la madre de la historia pudo haber pensado después de que su hijo le revelase un secreto que cambiaría la relación entre ambos a partir de ese momento. En segundo lugar, es posible que el lector haya disfrutado de los versos de «Poeta en Nueva York» de García Lorca y conozca el significado del término coloquial «sarasa» o que haya pasado una temporada en Cádiz y se adelante al meollo de la noticia. 

Unos minutos antes de esa llamada… en un hogar americano un varón se acerca a su madre y le confiesa que es homosexual. Ella escucha y calla. No sabe qué decir.  Imagino que pudo ser de esta u otra manera, pero en algún momento tuvo que producirse una escena similar. El caso es que la madre debió de querer enterarse de primera mano de qué iba eso de ser gay porque no entendía nada. Y tomó una decisión inocente y sencilla. Tenía que hablar con gente que fuese como su hijo.

Así que la mujer debió de coger la guía telefónica o tal vez no y tecleó simplemente «bares gays» en el buscador de Google de su teléfono inteligente y de la lista de bares de ambiente eligió uno que le sonó bien y llamó. («Madre pide consejo al enterarse que su hijo es homosexual«, Fundación Reflejos de Venezuela, 8.02.2018) La camarera del bar descuelga el auricular y oye la primera pregunta «Is this a gay bar?» (¿Estoy llamando a un bar gay?) La madre no quería incomodar a su hijo pero no sabía cómo comportarse en una situación nueva para ella. Hay muchas clases de madres. Por un lado hay madres intolerantes que no admiten lo que no entienden, madres a las que les importa poco lo que les pasa a sus hijos, madres que malcrían y consienten todos los caprichos, madres autoritarias y madres valientes como la que realizó la llamada al bar de Kara Coley. En el breve diálogo, la camarera aconseja a la madre que haga saber a su hijo que lo quiere. La conversación no tiene desperdicio (perdóneme el cliché). Uno tiene la impresión de estar leyendo un fragmento de una novela de Philip Roth. 

Yo querría que las madres se pareciesen algo a esta madre.


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