La sentida necesidad actual de una que podría ser llamada “reconstrucción interior” de tantos venezolanos, en términos de coherencia, es parte de la reconstrucción general del país en la que también de necesidad todos habremos de participar, pero ello solo será posible al terminar esta pesadilla, pues más que una curación se requiere una recomposición de las circunstancias, con una justicia que funcione y una debida moral para aplicarla.

Un país como el nuestro, que ha sabido de cancilleres y embajadores cultos y dignos, se ve hoy enfrentado a las bochornosas situaciones que protagonizamos en el plano internacional, con el asalto por ineptos y en muchos casos ignorantes de los cargos fundamentales del servicio exterior, y el consiguiente descrédito de nuestra proyección al mundo. Es algo más serio que enfrentar  pesimismo y optimismo, pues de lo que se trata es de señalar lo que anda mal en función de corregirlo, de satisfacer las carencias o compensarlas. Genuina preocupación que convoca a ser atendida.

Hay valores, como la pulcritud administrativa; áreas, como la seguridad, y derechos ciudadanos como la educación y la salud, de los cuales queremos evidencias de corrección y logros eficientes cual preciados alcances, pero sucede para citar un ejemplo, que el saqueo del Tesoro Nacional es fechoría consuetudinaria, casi institucionalizada. Siendo gobierno, lanzar contra una multitud estudiantil inerme y en una marcha pacífica, cuerpos armados superequipados y en actitud de quien va a batirse en guerra con un enemigo brutal, siempre será un acto cobarde y de máxima barbarie.

Muchos sentimos una mezcla de rabia y angustia al hacérsenos patente que la Venezuela hoy militarizada, en cuanto a violencia y criminalidad, es fiel reflejo de una conducción política cuartelera y desprecio por la vida humana.

En recuento del llamado Trono, el glorificado comandante a veces lo ocupaba en alguna visita al país, pues de resto flotaba en el espacio volando envuelto en nubes de petrodólares. Entre nosotros es hoy la muerte la verdaderamente entronizada, es ella la que nos preside, la que signa y determina nuestra realidad actual, teniendo en este régimen fieles y eficientes cortesanos. Es el nuestro un territorio tomado por la violencia, en el que son incontables los homicidios impunes; los asesinatos que quedan sin ser investigados; se enmascaran los ensañamientos policiales, se dejan sin juzgar a asesinos identificados en el acto de disparar;  se glorifica a pistoleros y hasta se les rinden homenajes póstumos, en los que se les reconocen como méritos falsas virtudes, se constata la presencia en altos cargos de funcionarios a quienes en su papel de golpistas se les vio matar a mansalva a personas inermes.

A estas alturas cabe bien preguntar ¿cuánto     le cuestan al país los guardaespaldas? y ¿cuánto el “walkie-talkie”, el chaleco antibalas y el revólver que lleva cada uno? Y a los llamados aparatos de seguridad (cuerpos represivos) ¿cuánto cuesta alimentarlos y vestirlos con sus uniformes que incluyen guantes, botas y fundas de distintos modelos para llevar el arma en la cintura, terciada al pecho o bajo el brazo, además de cascos, lentes, máscaras y escudos?; ¿cuánto las balas, los perdigones y las bombas lacrimógenas? ¿Cuánto cuestan los helicópteros?, ¿cuánto la flota de motocicletas, carros y camionetas para movilizarlos en las ciudades?, y ¿cuánto las antenas, sirenas, equipos de luces y otros aditamentos que al usarlos se sienten actores de una película de aventuras?

¿Cuánto nos cuesta a cada uno de nosotros –gente de trabajo y contribuyentes regulares del Fisco– mantener tal legión de personajes cuya eficiencia se demuestra en la represión de los sectores precisamente más desprotegidos y postergados de nuestra sociedad? Entonces, ¿qué?, seguimos opuestos a este régimen asaltante del poder, corrupto y primario. Estamos y seguiremos estando firmes y dignamente enfrentados a la barbarie.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!