Mientras tengamos personeros que se presentan ante la comunidad internacional como emisarios de la oposición planteando en algunos casos sanciones contra los funcionarios del régimen y en otros, condiciones electorales, les aseguro que nada lograremos.

Con sanciones aisladas no pasará absolutamente nada. Bien que los sancionen, pero esas medidas no harán que salgan del poder. Ellas deben ir acompañadas con otras acciones acá en el país.

Pedimos injerencia humanitaria, pero  los que viajan a entrevistarse con los altos jerarcas de la comunidad internacional, lo hacen como turistas, pensando que la injerencia se logrará con los ciudadanos en Venezuela inactivos. No amigos. Aquí no habrá intervención mientras no construyamos las condiciones indispensables para que esa intervención se pueda dar. Por ejemplo, protestas planificadas y organizadas que hagan desestabilizar al régimen y que una vez más quede en evidencia su talante tiránico. Que es riesgoso, pues claro que lo es. Solución pacífica no habrá y de eso que no quede la menor duda. Estos tipos saldrán pero a la fuerza.

Incoherencia

La comunidad internacional nos observa, nos ve que estamos divididos y confundidos, y lo peor del caso es que esa confusión muchas veces suele ser inducida por quienes han asumido mediáticamente un rol de vocería opositora. Ellos, mientras el país se desploma, sacan recursos no sé de dónde y comienzan interminables periplos internacionales, pidiendo sanciones y condiciones electorales. Eso es confuso y por tal razón ya poco le están parando.

Me late que han surgido otros actores oficialistas encubiertos, que con nada de propaganda han tendido puentes con la comunidad internacional, especialmente con Estados Unidos y Europa. Rodríguez Zapatero, guste o no, ha resultado el mejor canciller del régimen. Se restablecieron las relaciones con España y lo mismo con Panamá.

Cambio del bacalao

No olviden que Estados Unidos juega duro y con un pragmatismo extraordinario al momento de tomar decisiones. Enseñan los dientes y luego se transan para garantizar sus intereses. No se extrañen que a Nicolás Maduro lo estén cocinando para cambiarlo con un gallo tapado proveniente del sector que han querido presentar como el “chavismo puro”.

Maduro es negativo para el régimen y para la oposición. Es un bacalao demasiado pesado que los “Castro” han tenido que cargar. Aunque lo hayan exprimido hasta más no poder, ya están convencidos de que en cualquier momento puede reventar este berenjenal. Si esa explosión llegare a ocurrir de manera no controlada será difícil recomponer el entuerto. Por eso se barajan posibilidades de sucesivos gobiernos de transición en los que quizá veamos figuras inimaginables, pero que gozarán del visto bueno de los gringos.

Los capitostes del régimen intentarán negociar su impunidad o alargarla hasta más no poder.  Por ejemplo, al cabo de un tiempo entregarle el mando a otra gente con apariencias opositoras siempre y cuando se comprometan a no perseguirlos durante algunos años. No digo que no los perseguirán, sino que les den un tiempito para reacomodar su huida.

Dos flancos enemigos 

En este particular les confieso que me preocupan más algunos partidos de oposición que los que se identifican con el oficialismo. Aquí luchamos contra dos flancos enemigos. El régimen claramente identificado y los que los sostienen disfrazados de opositores y que con el tiempo se han erigido como voceros de la democracia en el exterior.

Tener esto claro y actuar en consecuencia es vital, porque para que la comunidad internacional intervenga hay que involucrarlos. Ellos no forman parte de la congregación de las Carmelitas Descalzas. Manejan sus intereses y se suman a la opción que les dé mayores garantías. A ellos hay que ofrecerles que trabajen desde aquí y con nosotros para que sientan nuestro compromiso, porque es mentira que con ellos a la distancia podremos salir de esta tragedia.

Inexplicables peticiones

El espectáculo que ha dado “nuestra oposición” en el ámbito internacional ha sido horrible.  Van por todas partes como pedigüeños sin ofrecer resistencia en el país. Piden que sean otros los que solucionen nuestros asuntos pero sin que nos arriesguemos a nada, eso lamentablemente no existe.

Lo más triste de todo es que asumen una posición de “lucha”, desde la debilidad, y prácticamente sin ninguna fortaleza. Así, es muy extraño, por no decir sospechoso, que aspiren a tener éxito.

Hay que hablar sin ambages. La intervención norteamericana es indispensable para que podamos avanzar. Pero la tenemos que provocar y condicionar su participación. Son necesarios, no con el propósito de asesinar sino para evitar que asesinen a quienes exigimos respeto a los derechos humanos. Por eso vuelvo al principio, para el gobierno de Estados Unidos y la comunidad internacional en general se torna como algo fastidioso el temita de buscar sanciones y condiciones electorales sin que aquí asumamos compromisos.

Ellos ven a esos que lo piden como irresponsables porque quieren que los extranjeros le resuelvan todo, sin involucrarlos en las acciones y planificaciones. Pregunto: ¿y después de desalojar este régimen de oprobio qué? No hay nada que ofrecer.

Amigos, luego de que Maduro y todo lo que él representa se vayan, habrá que establecer un verdadero “Plan Venezuela” con presencia militar extranjera para sofocar cualquier intento de sublevación contra las instituciones que debemos fortalecer.

A los americanos y a la comunidad internacional hay que convencerla de que vale la pena ayudarnos porque estamos dispuestos a ser parte de la solución y no del problema.

Desde ahora

Cambiemos el lamento del ¡hasta cuándo!, por la frase ¡desde ahora! Sí, desde ahora, seamos cada uno de nosotros parte de la solución. Apartemos a los que se han aprovechado de la tragedia e involucrémonos en la transformación del país. Ya sabemos que hay quienes se visten de opositores pero lejos de provocar la salida del régimen, lo atornillan con sus acciones.


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