El pasado domingo 20 de mayo “ganó” el mismo grupo que ha llevado la canasta básica a más de 138 millones del bolívar fuerte que “muere” en una semana. O lo que es lo mismo: 138.000 millones de los bolívares de Chávez.

 “Ganó” el mismo grupo responsable de los cientos de fallecimientos por falta de alimentos, medicamentos y demás tratamientos médicos, que se han producido en los últimos 3 años.

Ganaron quienes han provocado la caída de 60% del consumo de alimentos, tanto de proteínas como de carbohidratos.

“Ganó” la misma camarilla que ha generado la desesperada y la migración forzada de más de 4 millones de venezolanos, incluyendo docentes, técnicos y profesionales de la salud hasta hace poco empleados públicos.

 “Ganaron” quienes han provocado una escasez de efectivo, que ha producido que el dinero se haya convertido en una mercancía más, que se compra al 300% de su valor nominal, cumpliéndose la paradoja de que vale muy poco pero obtenerlo resulta inalcanzable. Al igual que los cárnicos, cereales, legumbres y medicinas.

“Ganó” el cinismo desvergonzado, pero ¿qué ganó Venezuela?

¿Cuáles podrían ser esos “grandes cambios económicos” que propondrán los “ganadores”? Su única receta para esta crisis general, sistémica, estructural y compleja han sido los aumentos de sueldos y los bonos compra-votos que inyectan más dinero inorgánico y virtual (no impreso o acuñado) a una economía hiperinflacionaria y con una caída acumulada de 75% del PIB. Además de las inútiles y contraproducentes prórrogas al decreto de excepción  y emergencia económica, más controles, acusaciones, amenazas, persecuciones y hostigamiento a emprendedores de cualquier nivel y actividad.

Cuáles actos de magia ejecutarían esos “ganadores”, si “la profunda escasez de materia prima, lubricantes, repuestos y equipos que afronta el sector manufacturero agroalimentario ha generado que las industrias de alimentos procesados afiliadas a Cavidea solo satisfagan entre 50% y 55% de la demanda. Con una caída en la producción de alimentos de más de 70% desde el año 2009.

Cómo combatirán la creciente y generalizada hambruna, más allá de si se dispone o no de recursos económicos, si sabemos que la producción agropecuaria en el país solamente puede abastecer entre 20% y 25% de la demanda alimentaria de la población. La crónica escasez de semillas, fertilizantes, agroquímicos, repuestos, lubricantes y demás insumos amenazan con disminuir aún más la producción de alimentos, cuando estamos a punto de iniciar el ciclo invierno de siembra de cereales.

En fin, la crisis por agua, gas, seguridad personal, vialidad, electricidad e Internet continuará generando protestas espontáneas, pero cada vez más frecuentes y generalizadas.

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