Para estupor de los caraqueños, hemos visto usurpar el símbolo de nuestra ciudad, el león, para suplantarlo con un adefesio que pretende evocar algún personaje de las razas indígenas del valle, bautizado cristianamente como Santiago de León de Caracas.

Es totalmente incomprensible que, a estas alturas de la civilización, se pretenda ignorar que fueron navegantes españoles y otros europeos los responsables de enseñar nuevos métodos a los habitantes de estas tierras y poblar lo que era terreno deshabitado. Fue el europeo el que enseñó a trabajar los cultivos, la yuca, el maíz; fue ese europeo el que trajo nuevas agriculturas como el café, el mango y la caña de azúcar.

De ellos aprendimos referencias como el idioma, con el uso de la escritura, la lectura, así como las matemáticas. Hemos sido producto de la incorporación de los conocimientos y costumbres indígenas a los métodos y aprendizajes de los nuevos pobladores, lo que nos ha convertido en un pueblo mestizo y rico en adecuación de culturas.

Argumentar hoy que se justifica la remoción de algunos símbolos por desconocer el verdadero origen de la ciudad es, más que una bestialidad, una sinrazón que solo destaca la enorme abundancia de ignorancia y resentimientos. Cualquier hojeada a nuestra geografía e historia destaca lo despoblado de nuestro territorio a la llegada de los europeos. No solo nos enseñaron el aprovechamiento de las tierras, las aguas; también el valor de la convivencia sedentaria.

Fueron los españoles los que, preocupados por la salud de los indígenas, propusieron poblar con nuevas razas. Los africanos no llegaron por su voluntad, bien conocemos la crueldad involucrada en la travesía intercontinental, pero olvidar que su origen y justificación no fue cruel, no borra la realidad de que Venezuela ha sido un espacio donde europeos, negros, indios estuvieron a lo largo de la historia.

Intentar borrar el pasado para construir una nueva argumentación histórica a partir de resentimientos evocados por los sátrapas que están en el poder no pretende sino desdibujar la memoria para aumentar la polarización y generar el odio entre sus habitantes.

“Tierra de Gracia” fue llamada nuestra bella Venezuela por los europeos, esa pequeña Venecia a la que desde hace 20 años han convertido en tierra de desgracia para sus habitantes. La otrora sucursal del cielo bajo la sombra del Ávila y custodiada por nuestro león, hoy no es más que ruinas sin servicios públicos sometida a la delincuencia organizada.

Intentar borrar la memoria a través del derribo de sus símbolos históricos es parte de la estrategia de minimizar a un pueblo. ¿Qué cuento es ese que nos van a decir ahora? La historia está escrita.


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