Dios ciega a quienes quiere perder. Las mafias destruyeron las instituciones, anularon los contrapoderes –que al controlarse entre sí– aseguran la gobernabilidad, corrompieron el tejido social, administrativo, público, y mandaron con la fórmula enarbolada por el finado locuaz: “Como me da la gana”. Esto los conduce a la derrota total. La ideología marxista, mentada comunista o socialista del siglo XXI, la ley monstruosa del Plan de la Patria, están sufriendo en estos precisos momentos una derrota histórica.

Intentaremos aproximarnos al camino que los llevó a la perdición.

Todo comenzó con la elección presidencial cuestionada de Maduro, seleccionado por el mandamás difunto; lo que le acarreó la pérdida del liderazgo al principal líder de la oposición Capriles. El discípulo supera en inescrupulosidad a su mentor. En su nefasto período se redujo en la mitad la economía, basta ese único dato.

Se inventaron luego, cuando ya estaban en el subsótano de la popularidad, una ANC cubana comunal, sin haber consultado al pueblo en referéndum, y por tanto nula de toda nulidad. Un esperpento nada creíble que fue la respuesta que le dio el criminal cerebro de la revolución, al cambio cualitativo operado en la nueva recomposición política, con la elección de la Asamblea Nacional del año 2015, con las dos terceras partes para la oposición y cuidado si más.

Otro peldaño hacia la perdición los lleva a realizar unas elecciones presidenciales a destiempo, en mayo de 2018, organizadas al rompe por el mafioso e impresentable CNE. Convocadas, dicho sea de paso, por la fraudulenta ANC comunal como poder supra ante el cual se prosternaron los demás poderes públicos, menos la Asamblea Nacional, y reafirmaron con eso su ilegitimidad. El mundo quedó atónito con la reelección del rechazado tirano. Dos pésimas jugadas, ambas elecciones esperpénticas.

La estocada fatal viene el 10 de enero de 2019, cuando llegamos sin presidente electo a esa fecha, por no realizarse elecciones presidenciales válidas y creíbles, y arribamos al fin del período presidencial. La Constitución no permite vacíos y surge así la transición a la democracia, asumiendo la Asamblea Nacional legítima las competencias del Ejecutivo y designando a Guaidó presidente interino. Y, para ponerle la guinda a la torta, el rechazado de los rechazados se declara usurpador.

Cambia magistralmente el panorama internacional y la comunidad reconoce al nuevo presidente Guaidó, y el usurpador se queda íngrimo y con el respaldo degradado del eje del mal.

El punto de inflexión será el 23 de febrero, fecha en que entrará la ayuda humanitaria con respaldo mundial. Tenemos centenares de miles de niños desnutridos y pacientes con cáncer, pacientes sin diálisis, aguardando la ayuda médica para su supervivencia. Así será si Dios quiere, y la ignominia quedará en su sitio: el basurero de la historia.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!


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