Una organización de maletín, una franquicia, unas siglas, que no representan más que el papel en el que garabatea su nombre, pueden entregarse, dejar de luchar, atemorizarse ante los embates de un gobierno de cualquier signo ideológico, pero una organización con una historia de 76 años de sacrificios, de luchas y desvelos por Venezuela no lo puede hacer, so pena de que sus directivos pasen a la historia como unos pusilánimes que no enfrentaron la prueba de la resistencia antidictatorial.

Por eso AD no tiene alternativa: frente al intento de ilegalizarla sale a validarse este fin de semana. Acción Democrática y sus militantes, en toda Venezuela, somos conscientes de que nos encontramos ante una situación adversa, como nunca antes experimentada en nuestra larga existencia, porque el gobierno no solo conspira contra el partido del pueblo, lo que es explicable al haber mantenido una posición firme de oposición a este régimen durante los últimos 20 años, sino también sectores radicales del extremo opuesto, lo que luce como inexplicable y desconsiderado, por decir lo menos.  

La organización política que ha llevado a Miraflores a Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Jaime Lusinchi y dos veces a Carlos Andrés Pérez, tiene 25 años sin presentar una candidatura presidencial, por haber decidido darle prioridad a la pedagogía unitaria para superar la diáspora partidista y, además, se entendiera que salir de un régimen de ínfulas totalitarias no se puede combatir aisladamente, por más importancia que tenga algún partido político en lo particular. Sin embargo, parece que no se nos comprendió o se confundió el mensaje y se pretende imponernos esa condición, de capitis diminutio candidatural, para siempre, lo que no solo es injusto sino inaceptable. Veamos.

El eminente historiador venezolano Germán Carrera Damas nos reclamaba, en carta pública hace unos años, que AD no hubiese presentado ni siquiera un precandidato a las elecciones primarias en las que Henrique Capriles, del partido político Primero Justicia, resultó candidato de toda la unidad opositora. En esa oportunidad, ciertamente, AD respaldó la precandidatura de Pablo Pérez, militante del partido político Un Nuevo Tiempo, y luego, al no resultar favorecido, salimos a respaldar con entusiasmo al ganador de esas elecciones internas. El profesor Carrera Damas nos exigía a los adecos que no renunciáramos a nuestro legado histórico, de liderar la toma del poder para cambiar la terrible situación imperante en Venezuela, pues solo un partido político de esa trayectoria podía lograrlo, con éxito, pero presentando una propuesta propia a los venezolanos.

No hemos renunciado a nuestro empeño unitario; por el contrario, lo reafirmamos cada día en cada acción política de nuestros militantes a lo largo y ancho de toda Venezuela, pero también tenemos el derecho, diferido pero jamás renunciado, de pretender que un militante de nuestra organización sea el abanderado unitario para el cambio que se avecina. Ah, pero no pretendemos imponerlo en algún sanedrín o cogollo, tras bambalinas, sino de cara a todo el país en elecciones universales, directas y secretas, porque así como le entregamos al pueblo venezolano, por vez primera, el sagrado derecho de ejercer su soberanía, ahora también queremos que el candidato, de la unidad opositora, sea producto de un consenso de todos los electores y no de un grupete de “notables” reunidos en el este de Caracas, creyendo que están en la época de Páez, Monagas o Guzmán, cuando todo se decidía en los lujosos salones de “los amos del Valle”. Es el pueblo el que va a elegir al próximo presidente; es el pueblo el que debe proponer un candidato que salga de su soberana voluntad y no de un laboratorio, o de la chistera de algún mago de las finanzas o de la academia, por muy ilustre que sea o lo pretenda.

El sábado 27 y el domingo 28 de enero de 2018 vamos a validar a Acción Democrática; lo vamos a hacer bajo protesta y con un pañuelo en la nariz, porque sabemos que someternos a esa injusta tropelía es un despropósito de una ANC ilegal e inconstitucional, que incurre en ese atropello para que nos inhibamos, para desesperanzar al pueblo, para que cunda el radicalismo infecundo, para que nos aislemos de las masas, pero nuestra experiencia política, nuestra ganas de luchar y nuestro compromiso con Venezuela es superior a un régimen cuyos atropellos delatan su desesperación, porque son minoría y lo vamos a demostrar en las próximas elecciones.

A la contienda electoral presidencial, AD espera llevar a Henry Ramos Allup como su abanderado, pero si los venezolanos deciden por otro allí estará el partido del pueblo apoyándolo, como siempre. Eso sí, repito, si lo decide el pueblo y no un sanedrín. A AD no lo destruye nadie por las buenas ni mucho menos por las malas. Nosotros no nos entregamos, allá los demás con sus conciencias y su responsabilidad.

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