Su conquista y desarrollo es una realidad en discusión muy presente en Iberoamérica desde hace aproximadamente 200 años, porque nuestra ruptura con el imperio español solo alcanzó la independencia de nuestros territorios, extraordinarias victorias políticas y militares, que nos permitieron  trazarnos el objetivo de transformar países en naciones, pero quedaron pendientes la construcción de los ciudadanos, la carne y el  hueso de las mismas, soporte indispensable del proyecto nacional.

Esta a la vista en forma muy clara y educativa, que durante el siglo XX  alcanzar el pleno ejercicio de los derechos ciudadanos, será un componente esencial del proceso civilizatorio de nuestro pueblo, por lo cual, conjuntamente con las exigencias del desarrollo productivo, han sido tareas principales de las políticas de construcción del Estado, 

Por lo que es muy aleccionador recordar que será por primera vez en nuestra patria, cuando el 18 de agosto de 1863, el mariscal Falcón, conductor de le guerra civil que conocemos como Guerra Federal dicta el Decreto de Garantías, el primer marco legal  en el cual se recogen los derechos ciudadanos, telón de fondo del conflicto vivido, decisión que se produce al concluir el conflicto en el Tratado de Coche.

Y en ese prolongado y áspero camino se han librado importantes luchas durante el siglo XX y lo que va del XXI , y se han obtenido exitosas respuestas, pero aún hay un largo trecho por transitar, porque la preocupación que Simón Rodríguez le expresaba al Libertador sobre la debilidad de la condición ciudadana de las nuevas repúblicas estaba a la vista, la consistencia de ellas demandaba educar y organizar en forma autónoma a los habitantes, para convertirlos en productores libres e independientes.   

De no hacerlo, tal como sucedió por décadas. las jóvenes repúblicas solo fueron territorios para la disputa caudillista, sometidos a la ley del más fuerte que solo la conceden las armas y la violencia, al margen de la libertad,  de la razón, de la paz, del trabajo productivo y del conocimiento creador.

Prolongado y áspero camino, en le cual solo han sido nuestros pueblos, los proveedores de las vanguardias organizadas, armadas algunas veces, desarmadas en otras, provistas de claras definiciones programáticas, con claros contenidos democráticos y populares, las que acompañadas por la sociedad han logrado alcanzar victorias políticas progresistas de importancia.


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