Al momento de redactar estas líneas, independientemente del número de alcaldías que haya ganado el madurismo, hacia el final de la tarde del 10-12-2017, Jorge Rodríguez, como parte de la cúpula del Partido Stalinista de Venezuela declaró que los niveles de participación de nuestras elecciones municipales eran “superiores” en relación con la participación de elecciones presidenciales de otros países, cuando la única verdad es que la abstención era tan evidente, que hasta un periodista de Venezolana de Televisión de manera disfrazada debió preguntarle a Nicolás Maduro, luego de que este ejerció su derecho al voto, sobre la posibilidad de darle un “premio” a quienes votaran con el carnet de la patria, con la intención manifiesta en forma de criptosemántica de intentar atraer a esa hora a millones de venezolanos para ejercer el sufragio.

En tal sentido, la respuesta de Maduro no se hizo esperar, al punto de aprobar la posibilidad de un premio por parte de la República sobre quienes acudieran a votar con el susodicho carnet, por supuesto, sin dejar de confirmar ese voto en el respectivo punto rojo que el PSUV acostumbra a colocar cerca de todas las escuelas y liceos que funcionan como centros de los distintos procesos electorales.

Y es que con tales niveles de participación, Maduro y la cúpula del PSUV han sido derrotados, porque si algo ha quedado en evidencia es que solo cuentan con una maquinaria cuyos miembros asisten a votar de manera forzada, pero que definitivamente revela que no tienen pueblo, porque si tuvieran ese pueblo que tanto dicen los apoya como gobierno, que nadie tenga dudas de que más de 8 millones de electores habrían votado por el PSUV y el mal llamado “polo patriótico”, y eso no ha ocurrido ni en las elecciones de gobernadores, menos en estas de alcaldes, razón por la cual la derrota de Maduro en unas eventuales elecciones presidenciales, en las cuales se conforme un gran frente antimadurista, no solo será inminente, sino que el PSUV quedará como tierra arrasada en todos los órdenes de estructura política.

Ante tal realidad, a la cúpula del PSUV solo le queda emplear el carnet de la patria como herramienta de prostitución forzada del voto. Es decir, no es coincidencia que un periodista realice una pregunta a Nicolás Maduro en términos inocentes de otorgar un premio a quien ejerza el voto con tal carnet de la patria. ¡No! Es la compra de la conciencia en términos reales del poder que tiene el ciudadano con su voto de sacar a Maduro y esta pesadilla de gobierno del poder, razón por la cual, para las próximas elecciones presidenciales la cúpula del PSUV desde todos los componentes del Estado, absolutamente todos, prometerán entregas de viviendas, materiales de construcción, vehículos, autobuses, computadoras, neveras, cocinas, aires acondicionados, dinero y cualquier prebenda, con tal de que voten por Maduro. Verbigracia, tal conducta en nada difiere del hombre que asiste hasta un local nocturno en donde con el respeto de las féminas, existen mujeres que por una u otra razón ejercen la prostitución, y ellas venden sus cuerpos al mejor postor.

En tales condiciones para ir a un posible escenario electoral, Maduro al desatar una crisis inflacionaria sin precedentes y ordenar que todo procedimiento en las instituciones públicas sea a través del “carnet de la patria” pretende que todos los venezolanos seamos prostituidos como ciudadanos en nuestro derecho al voto, y muchos por razones de supervivencia (como lo hacen algunas mujeres que se prostituyen) se ven en la imperiosa necesidad de realizar labores incluso en contra de su voluntad. Esto equivale a decir que estamos en presencia de un gobierno que ha llegado a los extremos psicópatas de no importarle qué tanto sufra ese pueblo con sus erradas decisiones, que hasta se atreve a proponerle que le venda su voto por lo que pueda ofrecerle como todopoderoso, aunque tales acciones impliquen ver humillada y ultrajada a la persona que recibe el pago.

Como venezolano, tengo que denunciar, rechazar, deplorar y condenar esta barbarie política. Nunca en la historia contemporánea había visto tanta bajeza y bazofia pensativa de una cúpula política. Necesario es que digamos al niño, al joven, al adulto, al anciano, y en todas las instancias nacionales e internacionales, que Maduro, el PSUV y tal cúpula partidista ha llegado al extremo de querer prostituir nuestras conciencias y forma de pensar, sometiéndonos por hambre y necesidades, al imponernos el ejercicio del “voto” en su favor. Estamos obligados a mantener la dignidad del pensamiento y la conducta humana de la moral y la ética ante quienes pretenden violarnos en lo último que nos queda como pueblo: la libertad.

La prostitución forzada del voto es lo último que intentará legalizar y forzar la cúpula perversa del PSUV contra el pueblo de Bolívar, ante la pérdida de una elecciones presidenciales que saben no podrán evitar en 2018, si conformamos una gran alianza antimadurista.


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