Más allá de toda situación política, el Primero de Mayo en cualquier país del mundo es la oportunidad para evaluar la condición del trabajo, en nuestro país ha sido una constante salvo en los tiempos de dictadura cuando el tema laboral es subversivo. Desde 1936 cuando se conmemoró por primera vez el día del obrero, al irrumpir  los trabajadores como una incipiente fuerza social, sus luchas contribuyeron a implantar la democracia a la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, a pesar de la prohibición del general Eleazar López Contreras en años posteriores al trasladar la fecha al 24 de julio, los trabajadores en la década de los cuarenta restablecieron el Primero de Mayo, consolidándolo luego del fin de la tiranía perezjimenista en 1958, quien retiró a Venezuela de la OIT por el incumplimiento de los convenios laborales del organismo tripartito laboral mundial. 

En el siglo XXI, a partir de la aprobación de la vigente Constitución, se proyectó progresividad en el trabajo digno, lo cual derivó por las políticas gubernamentales en una estafa para los trabajadores, ya que desde el año 2000 se conoció el inicio de un proceso de desmantelamiento de las conquistas laborales, consumado en agosto de 2018 con el paquete económico signado por la imposición del actual signo monetario el bolívar soberano, que significó la destrucción definitiva del salario, las pensiones y jubilaciones, los contratos colectivos, como consecuencia de una hiperinflación que pulverizó definitivamente el poder adquisitivo y la condición de vida de los habitantes de este país. 

Con el surgimiento de Juan Guaidó, como presidente interino, se abrió una nueva oportunidad de reivindicar al trabajo como actividad esencial de vida, de allí que el llamado a la marcha más grande de la historia para el Primero de Mayo de 2019  recibió el más grande respaldo y simpatía de los trabajadores y de la ciudadanía en general, lo que representa la unidad deseada de todos los sectores productivos, con la sociedad civil y los actores politicos, en procura de la democracia para así detener la precarización de la condición humana, degenerada a etapas prehistóricas superadas en siglos por las economías del mundo.

El martes 30 de abril sin información previa, aun cuando se avanzaron los preparativos en todas las capitales de estados para la gigantesca movilización del Primero de Mayo, la agenda política de la dirigencia opositora dispuso adelantar sorpresivamente la protesta que deriva hoy en incertidumbre, ante un régimen tirano que descalifica las exigencias de libertad y la ayuda humanitaria de más de 90% de la población habitante de este país. Si esto resulta en una salida en falso, debemos aseverar que el régimen madurista no tiene salida, solo su partida es la solución a la peor crisis de nuestra historia republicana.

Esta situación no impedirá que el mundo conozca la atrocidad de una dictadura al demoler al trabajo digno, en una de las economías más prósperas de América Latina, cuyo récord es aumentar el desempleo en más de 15%, devengar un salario de 4 dólares mensuales, más de 1.000 presos políticos, la diáspora de casi 5 millones de venezolanos, en fin, 20 años de retroceso e involución del mundo del trabajo. Por tanto, es oportuno exigirle al sindicalismo global y a los pueblos libres del mundo la solidaridad con el pueblo venezolano en este Primero de Mayo, fecha que aun estando en dictadura los trabajadores debemos salir a la calle por nuestros derechos laborales y por las libertades políticas secuestradas. 


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