Bajo la denominación de presos políticos, que se pretende ocultar con la insulsa  y cínica frase de que se trata de “políticos presos”; juego macabro de palabras que no puede silenciar que un crecido número de venezolanos espera que algún día se haga justicia, mientras padece  el más cruel de los tratos en nuestros antros  carcelarios; en las mazmorras o ergástulos bajo tierra; en retenes policiales; en casas convertidas en prisión; en detención “provisional” con eternos diferimientos de una audiencia “preliminar”, supuesto antecedente de un juicio con condena previa; en extrañamiento o exilio forzado, bajo medidas  humillantes de presentación que se prolongan sine die; y la más absurda e inconstitucional medida de  prohibición de declarar a los medios.

Este anhelo, sueño, pesadilla de quienes sufren el castigo injusto que les ha sido impuesto y que arrastra a sus familias, esposas, hijos, padres, hermanos y amigos, debe encontrar un final, que no supone dialogo alguno, sino una exigencia de justicia, en una Venezuela en la que pareciera que los odios no prescriben, cuando se trata del “crimen horrendo” de la disidencia política.

Hay presos, perseguidos o sometidos a “medidas sustitutivas” que no sabemos porque sustituyen a la prisión, cuando la prisión si es sustitutiva de medidas cautelares que no son de encierro, siendo así que tenemos el derecho de ser juzgados en libertad.

Hay investigados o imputados que no saben quién ha declarado señalándolos como autores o partícipes en hechos que no pueden precisarse y que, no existiendo otras razones, se consideran “flagrantes”, siendo así que nadie los ha percibido en el momento de su realización.

Hay investigados o imputados que lo están por el delito de “amistad”; por una “rebelión” que no cuenta con rebeldes; por una asociación de crimen organizado que no tiene asociados, ni persigue delitos propios de bandas criminales; por el terrorismo mediático de una opinión; por la peligrosa actividad de enviar un “tuit” que no es del agrado del poder; por “entregar” un paquete sospechoso escondido por otro en el tarantín de una arepera o por interrumpir un discurso presidencial; o, en definitiva, por conspirar para cambiar la forma política republicana que ha sido desconocida por el gobierno, en aras de instaurar un sistema socialista ajeno a la Constitución.

Hay condenados con motivaciones predominantemente políticas por presunto desacato, apresados y destituidos de su cargo de elección popular con el alegato de no contener hechos de protesta; por supuestos delitos de violencia contra la mujer, sin que se haya acreditado la coacción ni la fuerza física; por violación a las normas de las zonas de seguridad, por una concentración pacífica de ciudadanos que reclaman por sus derechos.

Y hay “prófugos de la justicia”, en exilio forzado y prohibido extrañamiento o destierro, que han sido amenazados en su integridad física mediante acciones intentadas ante jueces temerosos que se debaten entre el cumplimiento de su deber, que los sacará del cargo o la obediencia ciega a órdenes ilegítimas que los convertirá en instrumentos de intereses del poder.

En esta Navidad, los perseguidos y los presos políticos estarán unidos en el afecto y en la solidaridad de familiares y amigos que elevan una oración al Niño Dios por la paz que debe unir en un abrazo a todos los hombres de buena voluntad.

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