La reacción oficial de no reconocer que fueron guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional los que asesinaron a, al menos, tres militares venezolanos e hirieron de gravedad a otros diez en Amazonas, el pasado 4 de noviembre, revela la alianza política del régimen con la guerrilla terrorista del ELN.

Desde que Chávez llegó al poder, la guerrilla colombiana fortaleció su presencia en el occidente del país; el comandante no solo facilitó nuestro territorio como aliviadero, también suministró armas, dinero, logística, atención médica y sirvió de puente para trasladarlos a Cuba, cuando alguno de los más importantes números de la narcoguerrilla resultaba herido.

Las fuerzas armadas venezolanas siempre estuvieron prestas para que la aventura guerrillera colombiana no tuviera asiento o ayuda en el país, pero la política militar fronteriza sufrió una fuerte modificación que permitió a las estructuras del crimen organizado funcionar al servicio de la subversión terrorista de las FARC, el ELN y el narcotráfico. Con Chávez sus crímenes siempre fueron encubiertos; habría que recordar uno de los casos que pasaron al olvido, ocurrido el 17 de septiembre de 2004 en La Charca, estado Apure, cuando un grupo de guardias nacionales que escoltaba a ingenieros de Pdvsa fueron emboscados por las FARC, de lo que resultaron cinco uniformados y una ingeniera asesinados.

La reacción de Chávez y de su ministro de la Defensa (para ese entonces, Jorge Luis García Carneiro) fue restarle importancia y atribuir la masacre a los paramilitares colombianos, que les han servido de comodín para responsabilizarlos de todos los crímenes habidos y por haber. El gobierno de Chávez quedó posteriormente desenmascarado cuando se dieron a conocer los contenidos de los correos electrónicos encontrados en la computadora de Raúl Reyes, miembro del secretariado de las FARC, muerto en una incursión armada del ejército colombiano en un campamento en territorio ecuatoriano.

La revista colombiana Semana, del 5/10/2008, publicó en un amplio reportaje, titulado “Masacre en el computador”, que a los seis días de la masacre “en un primer correo, Reyes le comentó a ‘Jojoy’ que los militares venezolanos tienen suficientes pruebas de que los responsables de la masacre fueron las FARC y que es mejor aceptar la responsabilidad”. Le dice también que hay que aprovechar la reunión del jefe de la Dirección de Inteligencia Militar venezolana (DIM), general Hugo Carvajal, con Iván Márquez para disculparse con el gobierno venezolano. “El incidente desafortunado con los venezolanos ha creado dificultades en nuestras relaciones político diplomáticas”. A pesar de que Chávez se molestó, el disgusto le duró poco cuando le presentaron excusas y la promesa de que casos como esos no volverían a suceder.

Los vínculos entre las mafias colombo-venezolanas se consolidaron a lo largo de los últimos veinte años; por eso, al repetirse la misma sangrienta historia, salen a encubrir a los asesinos. Es porque cuentan con la guerrilla del ELN, (además de los pranes y otros grupos del crimen organizado) para ayudar a Maduro a mantenerse en el poder cuando sea defenestrado. Por eso el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, se abstiene de mencionarlos al admitir que sí hay grupos armados, “llámense como se llamen”, y el jefe de la Región Estratégica de Defensa Integral Guayana, mayor general Jesús Mantilla, va más allá en su intento de minimizar la incursión criminal del ELN al afirmar que “no hay grupos subversivos ni guerrilleros, simplemente son algunos muchachos que se colocan alguna prenda militar”.

De muchachos disfrazados con prendas militares, nada. Son terroristas de alta peligrosidad, con o sin prendas militares.


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