Ojalá gane Henri Falcón. Por el bien de todos, ojalá gane. En este juego no hay cartas tapadas. El chavismo, a través de Diosdado Cabello, ya nos dijo lo que nos espera. Si ganan las elecciones del domingo se quedarán con todo. Y cuando digo con todo, es con todo. Aquí no habrá espacios para el arrepentimiento. No hay tiempo para inocentadas, para decir “yo no sabía”, ni hacer dobles caras. 

El 20 de mayo es todo o nada. Esto va más allá de una elección presidencial. De mantenerse ellos en el poder, inmediatamente convocarían a un referéndum revocatorio en contra de los diputados a la Asamblea Nacional. Y los barrerían, porque una parte de la oposición, empeñada en su llamado a la abstención, regala los espacios recuperados y profundiza la desesperanza y desmovilización de los venezolanos. Así, los partidos aceleran su sentencia de muerte. Si en octubre entregaron las gobernaciones, en diciembre hicieron lo mismo con las alcaldías, el domingo regalan la presidencia y a mediados de año ponen en bandeja de plata la cabeza de sus diputados, ¿qué les queda? ¿Con qué fuerza le exigirán algo al gobierno? ¿Qué influencia tendrán sobre la población? ¿A cuenta de qué seguirán liderando la Mesa de la Unidad Democrática si no tendrán ni una junta de condominio para mostrar poder? ¿Seguirán jugando a ser la tabla de salvación de un gobierno con 80% de rechazo?

Los diputados que viven en el exterior y que han recibido tratos privilegiados, muy distintos a los recibidos por los millones de venezolanos que han tenido que huir del país, también deberían estar rezando para que gane Falcón. Este les restituiría sus plenos poderes otorgados por elección directa del pueblo, mientras que Maduro les volará la cabeza sin pensarlo dos veces. Una vez consumado el revocatorio en su contra perderán la inmunidad parlamentaria, las prebendas que les da el ser diputados y comenzarán a devaluarse en el exterior, es decir, comenzarán a ser una carga, por no llamarlos estorbo, para los gobiernos del mundo.

Pero hay más. Los pocos gobernadores que tiene la oposición, a finales de año serán sacados de sus puestos, violando la decisión de la mayoría que se expresó a través del voto. El empeño en la abstención hará que la composición de los consejos legislativos sea absolutamente chavista, característica que le permitiría al gobierno de Maduro hacer cualquier cosa para destituirlos y montar a los de él. Lo mismo pasaría con los concejos municipales, donde las comunidades ya no conseguirán el respaldo ni acompañamiento para reclamar las soluciones a sus problemas.

Y a más tardar el próximo año el chavismo le pondría la guinda a la torta: promulgaría una nueva Constitución, con el aval de la asamblea nacional constituyente, y a partir de allí sí será verdad que no votaremos, no elegiremos, no legitimaremos y no participaremos. No habrá opción de hacerlo. Será la muerte del voto secreto y directo.

A nosotros, los ciudadanos de a pie, nos tocará bailar joropo. Más, mucho más de lo que estamos bailando. Los precios seguirán subiendo, los apagones se intensificarán, el transporte y los servicios públicos en general irán de mal en peor, las farmacias seguirán sin medicinas o a precios impagables, y los bancos seguirán sin efectivo. No habrá posibilidad de protestar y mucho menos de organizarse por una causa común.

Estamos metidos en un berenjenal que siempre puede ir a peor. No es tiempo de personalismos, de caprichos ni rivalidades internas. Es el momento de que los líderes políticos de la oposición tengan una visión amplia de la realidad y el alcance de las consecuencias del llamado a la abstención para las elecciones del domingo. Si Henri Falcón ganará o no, no lo sé. Pero siempre será preferible intentarlo a quedarnos de brazos cruzados sin un plan más allá que nos garantice la propia supervivencia, y más sabiendo lo que nos espera con seis años más de Maduro. 

Sí y solo sí esa parte de la oposición que promueve la abstención sabe que algo muy importante y contundente pasará en los próximos días que el resto de los mortales desconocemos, solo así se justificaría su decisión. Lo contrario es saltar al vacío, a la nada. Por eso termino como comencé: Ojalá gane Henri Falcón. Por el bien de todos, ojalá gane.

@gladyssocorro

gsocorro.wordpress.com


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