A pesar de haber contado con un gran apoyo popular en sus inicios, la revolución bolivariana ha asumido, con el pasar de los años, la política de la mentira y el engaño. Al mismo tiempo, utilizando su lógica subversiva de culpar a otros de su ineficiencia.

Aquellos que osaron levantar la voz en contra del proceso, propios y extraños, para denunciar desmanes, actos de corrupción y abusos de poder, fueron uno a uno descalificados y discriminados, porque no se permite pensar distinto, pues va en contra de los ideales chavistas. No hay que olvidar que uno de los primeros objetivos de cualquier régimen totalitario es eliminar la capacidad crítica y reflexiva de sus ciudadanos.

Su misión hasta ahora es ocultar que su modelo socialista ha generado pobreza, pérdida de la justicia y la libertad, aunado con una economía insostenible, con un estado a la deriva política y socialmente.

Con el tiempo, se ha podido comprobar que estos izquierdosos trasnochados no se detienen ante el descontento, la inconformidad o la protesta popular. Su fin es dominar a toda costa, sin importar si hay que patear las leyes y hacer caso omiso a las denuncias. Por eso, a través de su fraudulenta asamblea nacional constituyente, promueven una Ley contra el odio, en la que se dará carta blanca a la persecución política, con un carácter netamente discrecional, teniendo como objetivo proteger al oficialismo, abriendo las puertas para un mayor abuso por parte del Estado. 

Su accionar corrobora lo que la historia nos ha enseñado. Toda revolución se fundamenta en la violencia, su sobrevivencia depende de la capacidad de reprimir. Para reforzar su populismo compran conciencias y engordan sus listas de clientes políticos. El marxista es un sonámbulo que valora el pasado, porque no sabe construir el futuro, en tiempos de crisis, la ignorancia suele ser una ventaja para sentar las bases de su poder.

No pueden evitar la solidez de la verdad, que es capaz de vencer el fraude totalitario, porque la fuerza bruta no es la mejor manera de exponer argumentos, solo con el pensamiento libre se pueden buscar soluciones a los problemas.

Desaprovecharon la mejor bonanza petrolera que ha tenido la patria. Han despilfarrado gran cantidad de recursos, para sostener su proselitismo demagógico y su improvisada manera de gobernar, que ha provocado la debacle económica, expresada en una inflación superior a1000%, 70% y hasta 80% de escasez en alimentos y medicinas, una maxidevaluación de nuestra moneda y el estancamiento del aparato productivo. Lo malo de vivir en un país rico es que los pobres somos nosotros.

Ellos son los padres de esta crisis, no el imperialismo o la guerra económica. Somos engañados por la apariencia de la verdad. Engendraron, parieron y criaron este monstruo, que ahora es un adulto de 18 años.

Los auténticos progresistas mejoran la humanidad, no la humillan para su lucro personal. Venezuela está en penumbras, lograron asfixiar la iniciativa privada, incentivando la informalidad y el desempleo, convirtiendo al resto de la sociedad en sobrevivientes de un desastre que no hemos producido.

Con la caída de los precios del petróleo, falta dinero para cubrir el gasto corriente, pero seguirán sobrando ladrones que continuarán robando la realidad, para que solo veamos sus falsedades y así, justificar su perpetuidad en el gobierno, sin tener la capacidad de formular, decidir, ejecutar, evaluar y rectificar las políticas públicas que han llevado a la nación a las puertas del aislamiento internacional. En pocas palabras, lo bueno lo han destruido y lo malo lo han deteriorado aún más.


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