Son muchas las historias sobre el origen del perro caliente tal y como lo conocemos hoy, y de todas ellas es posible inferir dos hechos secuenciales en torno al mismo: primero fue la salchicha y luego el pan y, entre ambos, el nombre.

La salchicha es una de las más antiguas formas de alimento procesado, por cierto, mencionada en la Odisea de Homero, hace unos 800 años a. C. Sin embargo, se afirma que vio la luz por allá por 1487, en Alemania, 5 años antes de que Cristóbal Colón iniciara su primer viaje al nuevo continente.

En 1871, Charles Feltman abrió el primer puesto de salchichas en Coney Island, Nueva York, y su popularidad creció y se extendió al sur de Estados Unidos, donde se sirvió la primera salchicha en un parque de beisbol en 1893, creando así el actual e indestructible vínculo entre los perros calientes y el beisbol norteamericano.

En cuanto al “pan de perro”, los cronistas del perro caliente afirman que la salchicha dentro del pan fue presentada por vez primera en 1904, en la ciudad de San Luis, Missouri, en la “St. Louis World’s Fair”, por un concesionario bávaro de nombre Anton Feuchtwanger. En un principio, Feuchtwanger suministraba, en calidad de préstamo, guantes a sus clientes para que pudieran manipular e ingerir las salchichas calientes. Sin embargo, la mayoría de los guantes no eran devueltos por sus clientes. A medida que se iba quedando sin guantes –y sin clientes– Feuchtwanger solicitó la ayuda de su cuñado panadero, quien le fabricó un pan en donde la salchicha caliente calzaba perfectamente, lo que permitía su manipulación sin el uso de guantes: había sido creado el perro caliente.

El nombre “perro caliente” se le atribuye al caricaturista deportivo Thomas Aloysius Dorgan (TAD), que observó los carros que vendían “perros dachshund calientes” en Nueva York una fría mañana de abril de 1901. Al hacer su caricatura, Dorgan no supo deletrear “dachshund”, y solo colocó “perros calientes”.

Dado que también desde tiempo inmemorial han habido en el mundo vegetarianos, el perro caliente se adaptó a tal circunstancia manteniendo su concepto, siendo su salchicha elaborada totalmente con ingredientes no cárnicos, muchos de ellos a base de proteína de soya, garbanzos o tofu. Los hay incluso con “salchichas” de zanahoria asada. Así expuesta su génesis, uno puede afirmar que el concepto fundamental del perro caliente es un pan y una salchicha, un carbohidrato y una proteína y, junto a los dos, un inmenso mundo de posibilidades caseras y comerciales.

Con relación a las posibilidades comerciales y en el ámbito del beisbol, los diferentes tipos de perros calientes se reflejan en su precio en los diferentes estadios: los de los Rojos de Cincinatti están a 1 dólar; los de los Yankees de Nueva York, a 3 dólares; los de los Padres de San Diego y los Medias Blancas de Chicago, en 4 dólares; los de los Cerveceros de Milwaukee, en 5 dólares; los de los Medias Rojas de Boston, en 5,25 dólares; los de los Cachorros de Chicago, en 5,50 dólares, y los de los Mets de Nueva York, en 6,25 dólares. En palabras más sencillas, mientras mayor es el valor añadido en el concepto y su preparación, mayor es su precio. También, comercialmente hablando y dada su popularidad, cadenas como Burger King y McDonald’s lo ofrecen entre sus productos.

Pues bien, todas esas posibilidades, caseras y comerciales, han desaparecido en nuestra destruida Venezuela. Este gobierno incompetente, con su política de exterminio, acabó también con el concepto de perro caliente.

La semana pasada, El Nacional nos dio a conocer que, debido a los altos costos de la carne y de los embutidos, así como su escasez, los “perrocalenteros” de Bellas Artes, Caracas ya ofrecen la hamburguesa sin carne y el perro caliente sin salchicha. La singular oferta, desprovista de valor conceptual, incluye una “rebaja” en el precio. La así llamada “hamburguesa cubana” cuesta 12.000 bolívares, mientras que el “perro cubano” cuesta 5.000 bolívares. Observe el lector que no es lo mismo decir “cuesta” que “vale”.

Por un lado la recesión y la inflación, y por el otro la escasez: la crisis, cuyo autor intelectual y material es el propio gobierno, ha conducido a una evidente política reactiva no de sustitución, sino de eliminación de ingredientes. Perros calientes sin salchicha, hamburguesas sin carne y hallacas sin carne de res y sin pollo y sin algunos ingredientes por los momentos pero prontico también sin carne de cochino ni de gallina. Y también sin carne de conejo, si el Ministerio de “Agricultura Urbana y cría de conejos”, tiene el mismo éxito que tuvieron “Éxito” y el “Plan de los 100 días de la Agricultura”.

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