Francisco de Quevedo y Villegas tuvo justa fama de llamar las cosas por su nombre y de manera tal que sus palabras siguen teniendo vigencia. En los primeros años del siglo XVII escribió Poderoso caballero es don dinero, y su validez cuatro siglos más tarde es innegable. No hay valores políticos y morales que se respeten mientras haya una chequera que respalde al abusador de turno.  A la hora de las cuentas todos voltean para otro lado porque el que paga siempre tiene la razón. 

El comandante eterno hizo exactamente lo que le dio la gana contra toda Venezuela y su ciudadanía y una parte del mundo alzó un coro de quejas efectistas, pero de escasísima efectividad; junto a ellos la otra parte del hemisferio abría sus bolsillos, mientras entonaban el mantra antillano de la autodeterminación y condenaban el intervencionismo imperialista. Y los derechos humanos, ciudadanos, y del que usted quiera hacer gala, se fueron de paseo junto con las santas ganas del señor en cuestión.

El heredero del golpista fallido, pero destructor consumado, se ha dedicado, con las sobras de chequera que recibió en legado, a mantener en ejecución el legado de despropósitos. Han sido centenares de ciudadanos los asesinados en nuestro país con la mayor impunidad, a fin de cuentas el Estado venezolano sabe que el poderoso caballero de turno, léase petróleo, lubrica el oportuno olvido en las conciencias más quisquillosas.

Al otro lado del planeta el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, quien se había convertido en una tuerca en los zapatos del muy delicado heredero del imperio saudita, fue asesinado en Turquía sin temor a Alá, Dios o a los serafines del infierno. Saben que de la alharaca en los medios de comunicación y redes sociales no pasará.  Por y para algo se es el primer productor del mentado caballero, después de todo al que mataron fue a otro árabe que se metió con quien no se debía haber metido.  ¿Acaso Venezuela, que es la penúltima productora del hidrocarburo, no lleva años en lo mismo? Fernando Albán es la última muestra de ello.

Mientras tanto, y como por no dejar, para seguir en nuestro territorio, un grupo muy variopinto de «dignos» dirigentes opositores claman hasta la ronquera la necesidad de dialogar y participar en comicios manejados al real saber y entender de la élite roja; sus fanáticos exigen se les siga otorgando confianza. Los cada vez más escasos despachos petroleros, así como los de origen saudita, siguen saliendo hacia los principales compradores, ¿qué importancia tiene que Maduro o un príncipe quisquilloso acaben con Albán o Khashoggi?  Bien lo dijo Quevedo: Más valen en cualquier tierra / (mirad si es harto sagaz) / sus escudos en la paz / que rodelas en la guerra. / Pues al natural destierra / y hace propio al forastero, / poderoso caballero / es don Dinero.


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