No poner toda el alma y esfuerzo en la tarea de lograr la Unidad entre los demócratas es tan perverso como no ayudar al pobre y desvalido y mucho más si se vive en medio de la emergencia humanitaria que padecemos en Venezuela.

Ante el mal no se puede ser indiferente y mucho menos incapaz de ofrecer todos los medios para luchar en su contra. Nuestra condición de supuestos convencidos republicanos y amantes de las libertades se pone en duda ante la división de fines y acciones. La realización de un acuerdo nacional que incluya a todos los opositores es una necesidad que ya posee características vitales. En ello se nos va la vida, porque es una realidad que cada día que pasa el régimen apunta a nuestra extinción o como mínimo al servilismo o esclavitud.

¿Cuál es la fórmula para lograr la tan anhelada Unidad? Muchas personas en la actualidad han propuesto algunas ideas al respecto y la historia está plagada de ejemplos que nos pueden inspirar. Sirva este breve artículo para insistir en las que consideramos más importantes y que hemos planteado en anteriores entregas.

En el párrafo introductorio anterior habíamos establecido un tema a desarrollar, pero no contábamos que ese principio que habíamos descrito: el régimen apunta a nuestra extinción, nos daría un nuevo y doloroso ejemplo: la muerte del concejal del partido Primero Justicia, de mi municipio (Libertador, Caracas), Fernando Albán, quien estaba bajo custodia de la policía política.

No podíamos enviar nuestro artículo de todos los miércoles para El Nacional sin ofrecer unas palabras a su memoria junto con el pésame a sus familiares y amigos, y más aún por el hecho que su martirio por la democracia debe interpelarnos y mover nuestros corazones para lograr la Unidad. Su sacrificio nos lo exige. No puedo dejar de recordar cómo en la anterior dictadura (la del general Marcos Pérez Jiménez (1950-58) los sufrimientos compartidos por los opositores llevaron a abandonar las diferencias, y especialmente el fallecimiento –aunque en circunstancias muy distintas– de un dirigente de Acción Democrática en el exilio: el poeta Andrés Eloy Blanco, permitió finalmente que las diferencias entre el partido socialcristiano Copei y el socialdemócrata AD fueran dejadas de lado y se iniciara el tan anhelado acuerdo de fines y acciones que permitiría la transición.

¿Qué hay que hacer para lograr la tan anhelada transición a la democracia? No hay una fórmula exacta y perfecta, pero, como dijimos, son muchos los que vienen ofreciendo ideas. Por solo citar uno de ellos está el director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, Benigno Alarcón (28 Ago y 18 Sep 2018), “¿Cómo producir una transición democrática en Venezuela? (I y II)”, quien ha señalado que se requiere la movilización de la población con estrategias y objetivos claramente definidos. Y esto no se puede lograr sin la Unidad, porque las movilizaciones más exitosas –agrega el autor– son las no violentas organizadas y ejecutadas bajo un solo liderazgo y plan sistemático, coordinadas con la presión internacional, sin propuestas de venganza sobre los actuales gobernantes de modo que no vean la transición como su muerte y por ello estén abiertos a la negociación con un plan de gobernabilidad durante la transición que establezca las reformas institucionales necesarias para ello, y que se preparen para una elección presidencial. En su segunda entrega propone la realización de una elección de los líderes de la Unidad.

Al estar en sintonía con las propuestas del profesor Alarcón, nosotros planteamos la firma de un pacto que establezca fines (programa mínimo común de transición) y medios entre toda la oposición, que no solo establezca un programa de transición sino que cree los métodos para tomar decisiones y designe los líderes para su desarrollo. Dicho pacto debe ser refrendado en comicios por la población y sus métodos deben establecer las formas de consulta más rápidos posibles, de forma que se pueda combinar democracia y eficiencia en la lucha. Si el régimen ha eliminado las elecciones limpias ¿por qué no hacerlas nosotros para lograr dicha alianza, decidir ante grandes dilemas (votar o no, negociar, etc.) y desarrollar sufragios internos en los partidos para renovar su dirigencia? No podemos seguir en este estado de paralización y desesperanza. Hay que renovar la confianza de las mayorías con los partidos democráticos. Entre los medios de acción debe crearse un organismo que permita el permanente contacto con la comunidad internacional, con las potencias que no han demostrado su disposición a lograr la transición. No se puede actuar aisladamente. En lo que respecta al liderazgo podríamos plantear la famosa fórmula del “gabinete en la sombra” (en lo que cabe), con lo que tendríamos un dirigente especializado en cada área y que le haga un permanente seguimiento y feroz oposición a toda acción del régimen, con claras propuestas de solución sustentada en el referido pacto.

Muchos pensarán que no tenemos tiempo para ello, que la elaboración de un pacto de este tipo, junto con las respectivas elecciones que tanto refrenden este acuerdo como elijan a nuestros líderes, es algo engorroso y lento. ¡¿Cuánto tiempo llevamos sin hacer nada?! Todo el tiempo que depositemos en esta noble tarea no será en vano. Si no estamos haciendo nada y sigue pasando el tiempo generando la destrucción del país, ocupar los días en ello es lo mejor que se puede hacer. No estaremos paralizados. Será sin duda el mejor homenaje que se les pueda hacer a todas las víctimas de la oligarquía chavista y, en especial, a Fernando Albán.


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