La semana pasada se realizó el Congreso Internacional para presentar las propuestas del Plan País. Las mesas de trabajo que se reunieron en la Universidad Católica Andrés Bello, en la Universidad Central de Venezuela, en la Universidad Monteávila, en la Universidad Metropolitana y en la Universidad Simón Bolívar, acogieron los planteamientos, dudas e inquietudes de los ciudadanos. Ante la presencia de invitados especiales, representantes de organizaciones civiles, rectores de universidades y distintas personalidades, Juan Guaidó recibió las propuestas el día viernes.

La iniciativa es positiva, pues es inclusiva, integradora y en estos momentos resulta estimulante sentirse parte de un plan para sacar adelante al país. Uno espera que sea el otro quien resuelva esta situación, pero lo cierto es que todos y cada uno podemos aportar alguna luz a una salida que sin duda es un proceso. Cada uno en su área, en su ambiente, puede colaborar para fortalecer una sana convivencia: algo tan esencial y quebrantado muy adrede por un gobierno que ha buscado debilitar y aislar a los ciudadanos. Algo que ha permeado a muchos ambientes. Por eso pienso que la iniciativa de haber congregado a tantas personas en estas cinco universidades fue un evento importante que es bueno apoyar. Estimular la coordinación de los ciudadanos fortalece los eslabones de esa cadena que es la sociedad.

El profesor Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la UCAB, insistió en que en lugar de ser generadores de demandas, resultaba vital ser intermediarios a lo largo de este proceso, pues la experiencia enseña que todo lo andado puede revertirse si cargamos todo este esfuerzo con quejas. Lo sano, digo ahora yo, es siempre comunicarse y coadyuvar a que las inquietudes se canalicen y lleguen a los interesados como propuestas. Esto fortalece siempre al individuo y al grupo no solo porque plantea la crítica como una solución, sino porque mantiene sanos los canales de ese diálogo que fortalece las relaciones entre las personas.

Se nos ha golpeado en lo humano, en el estímulo y en las posibilidades de superarnos; por eso no ayudaría en nada ser obstáculos en el proceso de recuperación. Debemos, antes bien, fortalecer lo bueno que hay en nosotros y levantar al otro con palabras de aliento. Palabras que le permitan descubrir lo valioso que hay en él o en ella. Esta es la verdadera vía para que una sociedad se recupere de sus más profundas dolencias, pues en las experiencias de deterioro se constata que el hombre da lo mejor de sí cuando se mueve por un proyecto que lo ilusiona y asocia al bien común.

Necesitamos de la presión internacional para transitar hacia tiempos mejores, pero también de un esfuerzo por reconocernos mutuamente como parte de un todo. Este trabajo no puede suplirlo ningún agente externo ni ningún modelo político o económico por más estimulante que sea, pues la recomposición es siempre de adentro hacia fuera. Lo contrario haría que el proceso se revirtiese. Esto es lo que yo veo de valioso en el Plan País: que abre los canales de comunicación con los líderes políticos y promueve ese trabajo del restablecimiento de la convivencia entre los venezolanos que nadie puede hacer por nosotros.


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