Desde el inicio de la humanidad lo que se conoce de los números, y en la misma medida del avance en la complejidad de la estructura social y sus relaciones, se fue reflejando en el desarrollo de las matemáticas. Como una forma de cuantificar y relacionar todo aquello de lo que se necesitaba saber en relación con sus dimensiones, y todo esto a medida que fueron pasando los años y gracias a grandes pensadores, llegamos a las matemáticas como hoy las conocemos. Hasta llegar a la primera década de este siglo, donde poco ha cambiado la forma de interpretar y hasta de calcular, todo debido a un modelo político implantado en Venezuela que, en su afán hegemónico, ya le es imposible cambiar.

Matemáticas tan diferentes como las que conocimos en la escuela, y más allá en la universidad, donde los resultados de una simple suma o adición no son los esperados porque van a depender de si son convenientes y si es necesario buscar algún resultado externo a la ecuación planteada. Un ejemplo simple es algo que escuchamos a diario: tenemos una canasta alimentaria  de aproximadamente 300 millones de bolívares y un sueldo básico de 5 millones, lo que nos da una fácil  adición con un resultado de  295 millones de déficit.  Sorpresa, en las matemáticas revolucionarias no es así, pues una ecuación de adición simple daría resultados inesperados como decir que es culpa del imperio y de las sanciones a funcionarios del gobierno.

Así vemos cómo desde una simple suma se realizan manejos de cálculos más avanzados y complejos, como los que podría realizar el Banco Central de Venezuela, el Instituto Nacional de Estadística o el Ministerio de Finanzas, por nombrar algunos de los entes manejado por la revolución, con resultados tan diferentes que asombrarían al cualquier estudioso del área.  Se dirá de grandes torpezas, ignorancia, desconocimiento, cosa que es verdad; pero también de un deliberado esfuerzo de engaño, fraude, estafa a la población, que sí sabe –porque las siente a diario– de matemáticas reales.

Tratamos del absurdo, de la más insólita irracionalidad, del demencial ocultamiento de las realidades ya inconmensurables, por obra de esta hiperinflación económica, pero también retórica. Para engañar, hay que saberlo hacer y muy bien, como ocurrió con los años iniciales de Chávez Frías. Pero, vaya falta de talento y pudor, al sucesor de todos los sucesores se le ven las costuras. Venezuela no es aquel autobús que manejaba, chocaba, lo mandaban al taller y listo. Venezuela somos 30 millones de venezolanos que lo padecen, sufren y pacíficamente lo sacará del poder.

El pueblo se cansó de tantas mentiras y de ver cómo pretenden tapar el sol con un dedo, de falsear y acomodar los números como si fuera el mismo Pitágoras que los creara. Lo que se necesita es que pisemos tierra, que enfrentemos la realidad numérica y así poder combatir la crisis que estamos viviendo. Hay que desenmascararlos, para que el mundo entero vea la realidad, de lo contrario viviremos en el país de la fantasía mientras la gente se muere de hambre.

@freddyamarcano


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!