Si el régimen comunista de los hermanos Castro pudiera llevarse el gas natural boliviano, lo haría.

Con esa frase siempre inicio mis charlas y coloquios con amigos, expertos, analistas, periodistas de toda América Latina, lamentando que el régimen de los Castro haya expoliado –y continúe haciéndolo– a Venezuela de la manera más descarada.

Este es un tema reiterativo. Siempre reclamaremos el mal uso de recursos naturales. No es posible tanta retórica unida al uso indiscriminado de recursos.

Venezuela mantuvo, esta última década, a Cuba gracias al petróleo subsidiado –regalado– que envía a la isla que ahora ya tiene nuevos “padrinos”, como Argelia, Rusia y otros países de los que consigue petróleo a precio “diferenciado”, dadas las reducciones de envíos desde Venezuela.

En la cumbre de precios altos del barril de petróleo más o menos en 2008 Venezuela envió a precio de regalo a Cuba aproximadamente un volumen de 115.000 bpd (barril de petróleo por día) a cambio de enviar desde Cuba a Venezuela médicos y profesionales de otras especialidades, como entrenadores deportivos. Un acuerdo poco menos que desastroso dada la calidad de los “profesionales” en medicina de Cuba.

La estatal petrolera venezolana Pdvsa suministra casi 80 % de las importaciones de crudo que realiza Cuba diariamente.

Cuando se contrajo el envío de crudo venezolano a Cuba en 2016, de los 115.000 a unos 80.000 bpd afectó fuertemente la magra economía local salvada por el turismo y otras aventuras. En 2018 esos envíos deben estar en unos 50.000 bpd, si es que confiamos en datos oficiales de ambos regímenes.

En algún punto de esos envíos venezolanos a precio de regalo el régimen cubano, siempre malandro, revendió petróleo y logró ganancias de esa operación de reventa. Esos datos los tengo previamente analizados en una anterior columna.

Infortunadamente, la producción de petróleo de Venezuela –según reporte del cártel OPEP, Organización de Países Exportadores de Petróleo– cayó (diciembre 2017 11,75%) de manera que produce 1,6 millones de barriles diarios (mb/d), de los 2,6 mb/d en 2015.

La baja producción responde, entre otros, a poca inversión privada, tecnologías y maquinaria ya obsoleta, sistemas de recolección, refino y almacenamiento en su peor momento de manteniendo. En resumen: una petrolera estatal en malas condiciones de gestión financiera, gerencial y sumada a que la tienen financiando “programas sociales” sin beneficio, bajo un sistema político que ahogó lo técnico y dio preeminencia a lo político. Un sinsentido.

Agencias de prensa internacional dan cuenta de que la estatal Pdvsa ha sido declarada en default o suspensión de pagos por varias agencias financieras internacionales, al retrasarse en el pago de los vencimientos de varios de sus bonos.

Ese es el escenario en el que el chavismo manejó, y continúa haciéndolo, el sistema de producción petrolera venezolana que pese a todo envía petróleo –casi de regalo– a Cuba.

Un ejemplo del despilfarro: en 2007 el chavismo –con 120 dólares/barril de petróleo– invirtió en la refinería cubana Camilo Cienfuegos, obra del comunismo soviético previo al chavismo, cientos de millones de dólares del Estado venezolano en una refinería que hoy, 2017, no funciona a capacidad plena (debe estar refinando unos 20.000 b/d en vez de los 80.000 b/d) y ni siquiera es propiedad de Venezuela sino del Estado totalitario cubano.

Hoy, estando el precio del crudo a 66 dólares/barril y estando en default la petrolera venezolana, se deben “ajustar cinturones”. Con urgencia. Parar despilfarros y envíos “políticos” de crudo. Debe concluir la era del petróleo como “arma” para sustentar regímenes.

Para compensar la ausencia del regalo de Venezuela a Cuba, el régimen de la isla fue a Rusia y a Argelia. Logró que Argelia envíe 2,1 mpd al gobierno cubano en 2017, similar cantidad se espera en 2018.

Las reducciones de suministro venezolano afectaron el suministro eléctrico interno en Cuba. Están en problemas.

También Cuba acudió a Rusia, pidiendo similares cantidades de volúmenes de petróleo y derivados, sin embargo, Rusia va a cobrar –aunque sea a largo plazo– cualquier envío a la isla.

El mensaje es que cuando retorne la democracia a Venezuela y a Cuba, dos gobiernos democráticos deben ponerse de acuerdo en realizar una auditoría a los envíos de crudo venezolano, traducirlos a precios de mercado y ver la forma de recuperar algo de ese dinero despilfarrado.

Cuba debe pagar por el crudo recibido a precio internacional. Las cuentas deben hacerse. No es posible tanto despilfarro de energía, conceptualmente hablando, de petróleo ni de gas. Los regímenes socialistas deben ser sometidos a un tribunal internacional de la energía. Porque el agua y la energía son elementos indispensables para la sociedad por los próximos años, siendo su uso estrictamente verificado.

Continuaré, como latinoamericanista, cabalgando esta cruzada: defender el petróleo venezolano y el gas boliviano del despilfarro y el mal uso. La energía sirve para construir y transformar, no para destruir ni esclavizar.


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