Cada vez que el gobierno nacional se pronuncia oficialmente respecto a la reconversión monetaria y el respectivo factor de conversión, la “megahiperestanflación” se potencia con tantos ceros pero a la derecha. Este fenómeno económico con características autóctonas propias se manifiesta por una tasa de crecimiento exponencial a nivel diario respecto a los precios en general, pero además con una involución en la actividad económica plasmada por una caída perenne y decadente en la producción y empleo nacional: razones por las cuales deja de ser una hiperinflación de acuerdo a los parámetros convencionales. No obstante, de manera responsable se sigue alertando que con medidas económicas superficiales, parciales y aisladas la tragedia nacional seguirá empeorando. En contraparte, la alternativa para neutralizar y revertir sus efectos y reiniciar la reconstrucción del país, solo se hará posible cuando se reoriente sustancialmente la economía política implementada.

Nadie duda de que se comercializa con el peso y el dólar, pero contradictoria e irónicamente es el “corralito” del signo monetario venezolano y el respectivo monopolio especulativo del efectivo los que motorizan el juego perverso de la inflación y devaluación en el que definitivamente ganan los gestores y administradores del hambre de los venezolanos.

Por tanto, si el efectivo sigue “secuestrado”, con nuevo o viejo cono monetario, las transacciones continuarán engorrosas y asfixiantes para todo el pueblo venezolano.

Consecuentemente, tan igual a los carteles que se han desarrollado bajo la sombra del contrabando de productos a precios subsidiados o controlados, también los hay detrás del mercado del dinero en efectivo. Por ello, a raíz del anuncio de las últimas medidas económicas y el nuevo cono monetario es importante monitorear entre otros aspectos los siguientes:

1.       La forma en que evolucionará el sobreprecio que se paga por la compra del dinero en efectivo en Venezuela: la semana pasada en Acarigua, por ejemplo, para comprar 2 millones de bolívares se tenía que pagar hasta 8 millones, es decir, 4 veces su valor nominal.

2.       Las prácticas o rutinas que aplicarán los especuladores domésticos o bachaqueros del efectivo para deshacerse de la cantidad acumulada de billetes y evitar así pérdidas económicas significativas: sin embargo es válido suponer, basados en la propia opinión del pueblo o sabiduría popular, “que a los poderosos monopolistas de este negocio les han dado tiempo para no perder nada y posiblemente recomponer primeros que nadie el portafolio de dinero que tienen en su poder para lucrarse ilegalmente a gran escala”.

3.       La vigencia y permanencia del dinero en especies y el trueque. Esto debido a que en la actualidad el dinero de curso pertinente y de aceptación universal lo constituyen la leche, el azúcar al igual que la harina de trigo y de maíz; e incluso es de privilegio llevar una “maleta” con esos productos: muestran «prestigio» y «poder adquisitivo».

4.       La forma como arrecia el proceso de “pesolización”. Al respecto en el año 2015 se planteaba (Disponible en https://bit.ly/2Av6ulT ): “En la actualidad reaparecen con fuerza los desequilibrios y la crisis de valores. El agravante: un ‘bolívar débil’ ante una carencia de dólares. Situación percibida por la sociedad en general, que no tiene vuelta atrás, hasta que el ejecutivo nacional no rectifique su política económica. Ante el flagelo de la inflación, la opción urgente que se está asumiendo, para protegerse de la pérdida del poder adquisitivo y de la descapitalización patrimonial, es adquirir un bien duradero (tal como un vehículo) o dólares, pero la realidad indica que están en absoluta escasez. Así que la alternativa viable se dirige hacia la compra de una moneda fuerte como el peso colombiano. De esta forma, pudiera estar adelantándose un proceso de ‘pesolización’ o de ‘pesolizar’ (permítanme acuñar el término) la economía, es decir, la compra masiva de pesos colombianos como una forma de resguardarse ante la anulación de las funciones del bolívar: reserva de valor, unidad de cuenta y medio de pago”.

5.       El incumplimiento sostenido y persistente del artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Es decir, el relacionado con el “salario mínimo vital” que en la actualidad supera con creces los 400 millones de bolívares.

Reflexión y acción:

Sin duda alguna nuestro país necesita que sus jóvenes sigan preparándose y todo venezolano con competencia en la materia afín, pertinente y oportuna contribuyan desde este momento con propuestas y acciones alternativas de reconstrucción para ese “día después” que está muy cerca. Porque al igual que es imposible ir en contra de las cuatro leyes fundamentales de la naturaleza, de la misma forma el violentar las leyes económicas genera facturas que inevitablemente se deben saldar y no quedarán impunes o morosas…

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