Muchos individuos no tienen la capacidad para demostrarse consideración a sí mismos, en referencia a sus defectos, fallas, conducta, personalidad y demás características particulares. Generalmente, son demasiado estrictos y se convierten en sus peores jueces. Es cierto que estas personas se culpan de manera continua, deseando la perfección, normalmente son autoexigentes, implacables, al punto que maximizan cualquier mínima equivocación.

Por otro lado, no son capaces de tolerar sus propios errores, tienen dificultad para valorar sus atributos o características positivas, se convierten en sus propios enemigos, pues se castigan de forma desmedida y conviven con un diálogo interno destructivo, que refuerza de forma detallada sus faltas. Esto, se convierte en un hábito dañino que no les permite avanzar, valorase y ser felices.

Una de las vías que hay que considerar para mejorar este hábito tan demoledor es aceptando que todos pueden cometer errores, aprendiendo de ellos y tratando de que no se repitan. Se requiere estar consciente de la falla cometida, intentando no quedarse encerrado en ese círculo, entendiendo que forma parte del aprendizaje, pero que se debe pasar la página y superarlo. Es importante, aprender a vivir con las faltas y saber gestionarlas, enfrentándolas correctamente.

Es relevante aceptar los miedos, las inseguridades, las distintas emociones que afectan el camino y aprovechar el aspecto positivo en todas las circunstancias. No se debe olvidar que, a pesar de lo complicado o grave que pueda parecer esa falla, siempre hay un lado favorable, una lección que permite crecer, madurar y desarrollar el potencial en cada uno. Para avanzar en la vida se debe intentar, fallar y volver a intentar, hasta alcanzar las metas propuestas.

Igualmente, es recomendable evitar las lamentaciones, tratar de no quejarse agobiándose con reproches y hacer un sano compromiso por tomar la mejor actitud y por sentirse bien. Permitir que abrumen las quejas no soluciona el problema. Se deben tomar responsablemente acciones que lleven a reorientar los errores; esto sin duda toma tiempo, pero es la mejor decisión, porque genera liberación.

Fortalecer la habilidad de perdonarse a uno mismo permite bajar los niveles de autocrítica, superar los errores equilibradamente para aprender de ellos, intentando reforzar lo positivo y valorar los atributos propios.


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