El Índice de Percepción de la Corrupción 2018 (IPC), de la organización no gubernamental Transparencia Internacional con sede en Alemania, clasifica a los países/territorios según las percepciones que tienen expertos y ejecutivos de empresas sobre el grado de corrupción que existe en el sector público. Se trata de un índice compuesto, que otorga una puntuación mediante una combinación de 13 encuestas y evaluaciones sobre corrupción efectuadas por diversas instituciones de prestigio. El IPC es el indicador de corrupción más usado en todo el mundo. Las puntuaciones del índice van desde una escala de cero (totalmente opaco, es decir, altamente corrupto) hasta cien (transparente, sin corrupción).

El IPC, hay que resaltarlo, se basa en percepciones de corrupción. En general, la corrupción supone actividades ilícitas que se ocultan deliberadamente y solo se conocen a través de escándalos (como el de “pudreval”), investigaciones o juicios.

Los resultados recientes del IPC 2018 muestran una imagen tristemente familiar: más de dos tercios de los países obtienen puntajes por debajo de 50, mientras que el puntaje promedio es de solo 43. Quizás lo más preocupante es que la gran mayoría de los países evaluados han avanzado poco o nada. Solo 20 han logrado avances significativos en los últimos años.

Mientras la corrupción continúe sin control, la democracia está bajo amenaza en todo el mundo. «La corrupción destruye la democracia para producir un círculo vicioso, donde la corrupción socava las instituciones democráticas y, a su vez, las instituciones débiles son menos capaces de controlar la corrupción», afirma Patricia Moreira, directora general de Transparencia Internacional, en la página 1 del informe ejecutivo 2018.

En su aparte de la página 6, titulado «Corrupción y la crisis de la democracia», Delia Ferreira Rubio, presidente de Transparencia Internacional, afirma: “Nuestra investigación establece un vínculo claro entre tener una democracia saludable y combatir con éxito la corrupción en el sector público. La corrupción es mucho más probable que florezca cuando las bases democráticas son débiles y, como hemos visto en muchos países, donde los políticos no democráticos y populistas capturan las instituciones democráticas y las utilizan en su beneficio”.

En efecto, para el IPC 2018, el promedio del Índice de Percepción de Corrupción (IPC) en la categoría de «Democracia completa» es de 75, mientras que en los regímenes híbridos es de 34 y en los regímenes totalitarios, como el nuestro, el promedio del IPC es de 30. El IPC de Venezuela se ha colocado consistentemente por debajo de 30 desde el año 2001, fecha en que alcanzó su valor más alto de 28, para luego comenzar a disminuir con una pendiente negativa de 0,54 puntos por año hasta llegar a los 18 puntos de 2018.

Con tal puntaje de 18, mismo que la lleva a ocupar el lugar 168 entre 180 países, uno se pregunta ¿cuáles son los países vecinos de Venezuela en puntuación? La tabla de las páginas 2 y 3 del informe de 2018 responden la pregunta: los vecinos de la cuadra en donde se ubica Venezuela son, entre otros, Angola, Chad, Congo, Irak, Burundi, Libia, Afganistán y Guinea Ecuatorial, todos países  exhibidores de lo mejor del retraso espiritual e intelectual de la raza humana.

Sin embargo, no deja de ser una paradoja que Cuba, país “hirudíneo” que cogobierna a Venezuela desde 1999, ocupe el lugar 61 de la lista con una puntuación de 47 que está bien lejos del 18 de Venezuela. Uno puede aventurar la conjetura, compartida con Moisés Naím, de que a Cuba le conviene que Venezuela siga en el estado actual porque así maximiza su acción depredadora. Lo triste del caso es que tarde o temprano todo parásito termina destruyendo a su hospedante, con lo cual atenta también contra su propia existencia.

Ahora bien, si hay algo que sigue demostrando la publicación anual de Transparencia Internacional, es que en Venezuela el socialismo del siglo XXI y su corrupción acabó con la democracia desde hace un buen rato.

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