Las primarias del pasado domingo fueron una prueba para las maquinarias partidistas. Solo eso. No son fiel retrato del universo opositor que no se siente representado por la mayoría de los candidatos electos, entre ellos, algunos carcamales con reconocidos prontuarios. La MUD, si acaso, movilizó cerca de 1 millón de personas, cuando hace poco menos de 2 meses, el 16 de julio, logro que más de 7,5 millones de opositores participaran en un plebiscito, cuyo mandato –instaurar un gobierno de unión nacional para la reconstrucción del país– fue olímpicamente descartado. Por eso, entre otras razones, le pasaron factura.

La elevada abstención en las primarias del domingo revela una acción política de repudio contra la MUD. Abstenerse no es estar contra los partidos políticos, es un ejercicio de libertad, un derecho tan valioso como el de votar, son declaraciones equivalentes frente a un mismo hecho, “yo voto”, “yo no voto”, eso es parte del ejercicio democrático.

Es una manipulación inaceptable responsabilizar del fracaso de las primarias a quienes no entendieron una decisión errática, que enfrió y desmontó la calle. La MUD perdió su capital político y dio oxígeno a la llamada Resistencia, que ha venido ganando espacios. Frente a los hechos, jamás reconocerán que sus errores y su incompetencia alejaron a los participantes. Es la respuesta de la mediocridad.

No es hora de ponerse a destripar historias pasadas, de responsabilizar a los no votantes por la derrota o acusar de comparsas que legitiman una dictadura a quienes participaron. Esa es una manera de seguir perdiendo el tiempo. Hay que construir una dirigencia de oposición verdadera, dispuesta a convencer y vencer. Es el momento para una nueva alianza que no esté dispuesta a negociar la legitimación de la asamblea nacional constituyente ni la de Nicolás Maduro, enfilado como está a culminar su período constitucional hasta el 19 de enero de 2019 y competir en las próximas presidenciales con un candidato hecho a su medida: Henry Ramos Allup.

Por el momento, AD celebra sus doce candidaturas a gobernadores. La aplanadora adeca barrió con la llamada Generación 2007, esos jóvenes que se jugaron el pellejo en las calles, como Paparoni en Mérida y Requesens en Táchira; también se impuso a Voluntad Popular, el partido de Leopoldo López, ahora su aliado estratégico, que recibió un golpe mortal producto de tantas contradicciones y situaciones mal explicadas, como las negociaciones con Rodríguez Zapatero y el insólito llamado a votar por candidatos tan cuestionables como el responsable del extinto Comando Maisanta y autor de una lista infame, solo comparable con la de Tascón.

Ahora VP recogerá el fruto de las graves acusaciones de fraude en las primarias del estado Aragua. Las denuncias de Primero Justicia señalan que Ismael García, candidato de AD y VP, “pretende torcer la voluntad del pueblo actuando como lo hacía cuando estaba en el oficialismo”, que usa las mismas prácticas del PSUV para arrebatarle la victoria a José Ramón Arias. Hasta ayer ese tránsfuga pertenecía a las filas de PJ.

No solo es una vergüenza lo sucedido en Aragua, en el estado Yaracuy exigen que se repitan las primarias por supuestas irregularidades que favorecieron al candidato de PJ. En el Zulia se repartieron puños, quemaron actas y destruyeron cajas para impedir el conteo de votos, que felizmente puso fin a la hegemonía de los Rosales y pudo consumarse un cambio histórico. En Lara, el gobernador Henri Falcón –con el apoyo de AD– se eligió con más de 90% de abstención.

Rescato una frase lapidaria, leída en un chat, que resume el resultado de estas primarias: “Ahora tenemos lo peor de dos mundos, el del chavismo y el de la AD de Henry Ramos Allup”.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!