Cuando Venezuela clama, doliente y desesperada, resulta increíble que algunos factores solo estén pensando en elegir un candidato único. El país necesita quienes enarbolen su causa y la resuelvan: no un candidato.

El cambio que requerimos para nuestra nación es más que en el plano político. Necesitamos una reestructuración jurídica-institucional que reconstituya la matriz del relacionamiento intersectorial, como la forma de reconstruir el aparato productivo, de innovación y acceso al consumo, más allá de la mera supervivencia; y fundado en la confianza, la productividad y la ética.

En fin, la limitada visión de una pequeña parte de la dirigencia opositora, que ha sido igual o peor que este gobierno, es la última expresión de debilidad de liderazgo con este llamado agónico pidiendo que se escoja “un líder” para unir a la oposición y sustituir a esta dictadura. No hemos superado la visión mesiánica y caudillista (centralizar el poder) de la política, es lo que tanto daño le ha hecho a la Venezuela antes y ahora. Y, de no rectificar, hacia el futuro.

Creer que un solo hombre –el candidato presidencial–, el Mesías, vendrá a resolver todos los problemas y salvarnos, no es más que reeditar el Chávez de 1998. Lo que requiere el país es una verdadera unidad de propósito en torno a un objetivo superior, para poder corregir el mal venezolano de raíz. Es decir, ese centralismo militarista heredado desde la época colonial española. Y extendido por todo el siglo XX, sin haber sido superado a finales de la segunda década del siglo XXI.

Los pueblos necesitan, requieren y exigen de élites lúcidas, éticas y comprometidas con la calidad de vida de las actuales y próximas generaciones, y no ser gobernados bajo este nefasto modelo centralista-militarista inepto y corrupto que es el verdadero causante de la actual megacrisis humanitaria, cuya más dolorosa expresión es la hambruna, la condena a muerte de nuestros enfermos crónicos y la emigración forzosa de lo mejor de nuestra juventud.

Toda la lucha del reciente pasado nos ha llevado a aglutinar el total apoyo de las iglesias, así como de las universidades que, en voz de sus rectores, también han manifestado su respaldo absoluto. Pero, además, contamos con la comunidad internacional en pleno; son más de 40 países, es la OEA, la ONU, la Unión Europea, el Grupo de Lima. Contamos con el apoyo pleno de una comunidad internacional dispuesta a escalar sus acciones y aplicar la Carta de Naciones Unidas en lo referente a la “responsabilidad de proteger” y rescatar a nuestra población de la crisis humanitaria que, literalmente, nos está matando.

En fin, urge activar un país, que hoy se encuentra sumido en la desesperanza, al no tener una hoja de ruta coherente. Hoy, ante la evidente falta de unidad, los primeros que debemos unificarnos somos los partidos políticos. Es inadmisible que ante el peligro de que estos señores se perpetúen en el poder hoy tengamos en la alternativa democrática más de 30 frentes trabajando de manera aislada.

Hoy requerimos que se tome en cuenta la opinión de todos los sectores de la sociedad, no solo de las cúpulas. Por ello es que desde Unidad Visión Venezuela hemos planteado como propuesta el formar un gran Frente de Liberación Nacional que se encamine a lograr la necesaria transición y elección de un gobierno de transición de unidad nacional, que no debe durar más de dos años, incluyendo la eliminación de esa ANC chimba e ilegítima. A partir de la aplicación de un pacto económico-político-social y de reingeniería institucional y ética, para a través de este gobierno de transición activar un Plan de Emergencia Nacional para la apertura inmediata de los canales humanitarios.

Nicolás y su combo están decididos al costo que sea a llevar a cabo la elección presidencial el próximo 22 de abril, tal como lo hicieron con la elección de la ANC, por ello debemos armar una estrategia, una ruta clara, para el antes, el durante y el después que, a nuestro juicio, debe de estar en la organización social, gremial y territorial.

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