Hagamos una pausa en la “contienda” que venimos analizando (hacer click en: https://bit.ly/2EC3LZW ), y prestémosle atención a los siguientes testimonios, mientras esperamos que el gobierno nacional decida y proceda definitivamente sobre el aumento del precio de la gasolina, la eliminación de lo antieconómicos “acordados”, y que transfiera realmente poder adquisitivo a los trabajadores venezolanos: a través del reconocimiento de la estructura salarial indexada en términos del salario mínimo constitucional y la interescala debida; todos ellos factores determinantes esenciales para el éxito o fracaso del “programa de recuperación, crecimiento y prosperidad económica”.

Testimonio I:

En una madrugada haciendo una cola de las tantas que se hacen en Venezuela alguien me preguntó: “¿En qué te trabajas?” y con profundo orgullo le contesté: “Docente”. La persona con actitud de ridiculizar me expresó: “¡Un oficio muy cómodo ya que solo es dar clase!”. Con respeto pero sin titubear le manifesté de inmediato:

“Me enorgullece ejercer la digna profesión de docente, debido a que su desempeño se lleva a cabo en un escenario maravilloso donde se trabaja vocacionalmente en la formación de seres humanos integrales. No ocupo cargo de jefe, pero los alumnos me consideran un líder y modelo a seguir. No discrimino, porque doy amor a todos por igual. No soy psicólogo pero puedo hacer que los estudiantes crean en sí mismos. Mi horario de trabajo es indeterminado, pues mientras cualquiera puede realizar otra actividad que le obligue o le plazca, la mayoría de los docentes estamos estudiando, investigando, planificando y participando continuamente en el proceso de aprendizaje significativo de nuestros ‘hijos infinitos’: los estudiantes. Mis respetos, y que vivan los docentes, porque todo profesional o cualquier oficio que realiza alguna persona tuvo que haber recibido las enseñanzas y las orientaciones de vida por parte de docentes, profesores o maestros”. Fuente: Dialogo anónimo.

Testimonio II:

“Lo único que realmente ocurrió con las medidas económicas tomadas por el gobierno el 20/08/2018 es que a todos los trabajadores nos violentaron los contratos colectivos; los salarios ya llevan dos meses estancados y la inflación se aceleró aún más, conclusión, más hambre y necesidad”. Fuente: @dcolectivo (22-10-2018).

Testimonio III:

Anoche, fue una de esas noches en las cuales no sabía por qué me sentía tan mal. Por una parte mi cuerpo gritaba algo y no le entendía, tengo gripe y harta mucosidad nasal, sin duda necesito llorar. Y sintiendo hacia adentro, como dice mi maestra, entendí: ha pasado un año de haber dejado mi país, mi familia, amigos, casa, trabajo, quehacer diario por un futuro diferente. Agradecida estoy con Dios y mi presente, pero asumo que hay una gran parte de mí que no ha soltado nada. Aún tengo el pensamiento de despertar en mi casa o en la de mi madre en mi San Cristóbal, oyendo los carros pasar y la gente hablar muy temprano en la mañana. Las cornetas de los buses y los niños entonando el Himno en el colegio, las campanas de la iglesia. Allá los templos prácticamente estaban abiertos todo el día y te invitaban a entrar. Aquí, en esta bella ciudad en la que hoy habito, la iglesia está cerrada casi siempre y sus campanas solo son un reloj sonoro.

Anoche lloré y lloré, aún siento esa sensación de vacío por lo que dejé, dicen los que saben que el pasado pasó y debemos olvidar y seguir en el presente para forjar nuestro futuro, y es verdad. Es solo que soy humana y siento. Siento que me robaron (o me dejé robar) mi vida allí, en aquella bella ciudad caótica en la que, aunque tenía miedo, angustia, tenía paz y amor. Aquellos rostros y sonrisas que me cruzaba en las calles, en las avenidas y en mi trabajo. Esa sonrisa familiar de la gente que como tú siente y piensa. Vivir en otro país es sin lugar a dudas una aventura al igual que empezar de nuevo. Pero yo, como muchos venezolanos, salimos por presión, obligación y empujados para mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestros afectos.

Insisto, agradezco a Dios y a esta tierra cada apoyo que me ha brindado, ha sido maravilloso; igual, es que como buenos venezolanos a pesar de las vicisitudes siempre hemos gozado nuestra situación, tenga lo que tenga, le sobre o le falte. Por eso es que muchos siguen aún allá, echándole un camión de ganas para no desertar del norte del sur como una vez lo dijo @Francodevita, “donde crece la esperanza de todos aquellos que vinieron de tan lejos”. Lágrimas me faltan por botar, como lo pensé anoche y hoy lo reafirmo, me duele Venezuela en el alma, olvidarla es como separarme y somos una. Fuente: JMCd’Z (18-10-2018). Comentario: Apreciada Jenny. Tus emotivas palabras que reflejan la grandeza de tu ser me hace confirmar la tesis de que los venezolanos debemos irnos pero a lo más interno de nuestro ser. Solo ahí encontraremos la solución de nuestros problemas que no los vamos a resolver saliendo de este gran país. Dios te bendiga. Haces falta aquí, amiga.

Testimonio IV:

Resulta insólito que todo suba de precio a cada instante pero menos la gasolina que prácticamente la regalan: con el agravante de que es una de las causas principales para que todo aumente. En este sentido valga la ilustración a través de la siguiente vivencia:

El pasaje entre las ciudades de El Vigía y Mérida en apenas 15 días pasó de 10 BsS a 35 BsS (20-10-2018). La respuesta del chofer al pasajero ante el reclamo de aumentar continuamente el pasaje: “Todo sube todos los días”. Pero también como episodio característico que puede ocurrir en cualquier escenario nacional, una señora toma a la altura de la alcabala de Chiguará el transporte público extraurbano entre estas 2 localidades merideñas y, cuando pregunta decentemente por el precio del pasaje, el conductor con exclamación violenta y desconsiderada hacia la dama le responde: “Son 35 BsS y si no le gusta se baja de la unidad”. Imagine entonces lo que ocurrió luego: enfrentamiento innecesario de pueblo contra pueblo, hasta el punto de que un pasajero amenazó con “tomar el volante” del microbús…

Testimonio V:

Contrario a un desarrollo armónico en lo turístico, por ejemplo, se recalca que en el páramo Zumbador del estado Táchira muy pocos negocios quedan abiertos. Es prácticamente una odisea que sean surtidos por productos, no tienen gas, faltan el agua y la luz con regularidad, no disponen de Internet; en fin, abandonados a su suerte. La escasez es el factor común: dado que los bienes aparecen donde lo paguen al mejor precio especulativo.

Testimonio VI:

Así mismo, debido a que el dinero en efectivo reapareció (y ojalá que se quede para siempre) la gente sigue viajando nuevamente y en gran cantidad al “puerto” o a Cúcuta: supuestamente porque es más barato. Sin embargo, esto es cierto siempre y cuando se cuente con dólares o pesos “frescos” que provengan del exterior… o si se han comprado y dejado “engordar”.

Testimonio VII:

También es un hecho cierto que el estado Táchira forma parte del grupo de entidades federales con el mayor costo de vida. Esto a consecuencia de que es donde se encuentra el epicentro de los ajustes de precio que a diario se generan producto de la devaluación constante del bolívar frente al peso. Pero con el agravante de que en fases sucesivas se extiende con fuerza y contundencia por toda Venezuela.

Testimonio VIII:

No obstante, lo peor que en la actualidad estamos padeciendo es una gran crisis de valores o anomia: “Conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación”. Su debilitamiento continuado es palpable en cualquier escenario: reinado de la impunidad; falta de asumir responsabilidades; generar miedo como arma de subordinación; silencio y complicidad ante la injusticia; valerse de artificios legales para “arraigarse” en cargos de gestión; fomento de la intolerancia, el irrespeto y la deshonestidad; eliminación de la meritocracia; aprobación o interpretación de normas a conveniencia; práctica de la competencia desleal; agresión física o verbal; etc.

Testimonio IX:

Finalmente, el problema económico se puede resolver en un tiempo prudencial, con acertadas y coherentes políticas económicas, pero el grave daño que se ha sembrado en las propias bases de la sociedad venezolana, requiere una extraordinaria inversión (no solamente dinero), sino de la suma sincera de voluntades y nobles disposiciones éticas y morales por parte de absolutamente todos los integrantes de la sociedad.

Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. Año 2018.

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