En relación con lo que han sido los últimos acontecimientos de este país, el desempeño de la dirección política de oposición frente a ellos, y en concordancia con la responsabilidad individual que como ciudadano venezolano me asigna nuestra actual “Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”, me dirijo a toda la nación para compartir, mediante la oportunidad que me brinda El Nacional, consideraciones que creo pertinentes, y esclarecedoras, para la superación de la dictadura desde nuestra propia reorganización para la lucha por la libertad, la justicia, y con ellas la democracia en Venezuela.

Toda acción, que no sea producto del azar, sino del pensamiento ordenado del ser humano, debe contar con claridad en tres aspectos: 1) unidad de propósito, 2) organización y 3) determinación de recursos. A lo largo de los últimos 18 años que llevamos del nuevo accionar del castro-comunismo en Venezuela, después de los años sesenta del pasado siglo XX, se recomenzó, con la visita de Chávez a La Habana después de salir de prisión por su intento de golpe de Estado en 1992, el establecimiento de esas tres condiciones, no de nuestros adversarios sino de nuestros enemigos: unidad de propósito, organización y los recursos aportados inicialmente por Fidel Castro a Chávez con la redefinición de su estrategia de llegar al poder por vía electoral. ¡Claro!, frente a partidos corrompidos y una democracia tambaleante, no fue realmente muy difícil lograr su cometido en las elecciones de diciembre de 1998.

La elección democrática de la Asamblea Nacional, lograda diecisiete años después, el 6 de diciembre de 2015, no fue una concesión graciosa de los factores criminales que se establecieron con su propio plan desde entonces. Ese momento de luz nacional fue producto de un esfuerzo titánico de lucha compartida, de una parte de la dirigencia política honesta, que aún nos queda, y de la sociedad civil activada en distintas formas. Pudimos lograr, para aquel momento, inclinar la balanza por las contradicciones dentro del seno de la sociedad militar, la cual prefirió jugar una posición de centro, ante la expectativa de una posible recuperación del liderazgo democrático y del país, y por ello apoyó se respetaran los resultados en dichos comicios.

Es oportuno refrescar, en la memoria de los olvidadizos, aquellas previas elecciones con un presidente enfermo en ejercicio, lanzado irresponsablemente como candidato a la reelección en el año 2012, a sabiendas de su gravísimo cáncer, que luego lo llevan a operar a Cuba; momento cuando este “escogió su sucesor. Con doble nacionalidad colombo-venezolana”, prohibido expresamente por nuestra Constitución, Nicolás Maduro agradece a los Castro tal investidura. Testigos, que no mencionaré en este momento, han revelado todo el guión de esta trama que fue, más que sugerido, de plena autoría de los hermanitos Castro, mientras atendían al enfermo presidente de Venezuela en su poder, con un cáncer que sabían mortal, secuestrado psicológicamente, en la isla que hicieron de su propiedad. Prepararon todos los detalles para asegurarse, con el fraude electoral al pueblo democrático venezolano, consumado en 2013, el mantenimiento del poder para, no solo robarle las elecciones a Henrique Capriles quien no pudo reaccionar para luchar y defender su victoria, sino para robarnos, aún más claramente desde entonces, nuestra soberanía como pueblo libertario de Venezuela.

Cuando en 2014 se reinició una nueva etapa de la lucha, asumida por dirigentes como el alcalde metropolitano Antonio Ledezma, María Corina Machado y el eterno inhabilitado por el régimen: Leopoldo López, las circunstancias ya no parecían tan favorables al inmediato pronunciamiento militar a favor de una salida negociada con el usurpador Maduro y su casticismo sustentador detrás. Algunos factores que acompañaban a Diosdado Cabello comenzaban a nadar su oportunidad de tomar propio rumbo en esa “mesa de negociación y acuerdos”, ahora “descabellados” del completo tutelaje de Diosdado y su combo. Así muchos oficiales fueron cada vez más directamente a relacionarse con el nuevo estamento de poder formal de la pareja Cilia Flores-Nicolás Maduro, para el reparto del botín y el narcotráfico. Así se fue tejiendo el nuevo capítulo político del poschavismo, bajo la dirección de los negocios de la nueva pareja presidencial, con énfasis en el tablero de apoyo internacional de los Castro. De allí entregarse a los chinos, a los rusos y a países como los del Medio Oriente, con el refuerzo de personajes como el nombrado vicepresidente Tareck el Assami. Los negocios y negociados no se limitarían desde entonces al control de un director único de orquesta, como lo fue en tiempos de Chávez Frías, bajo partitura castrista. La repartición de negocios y negociados con familiares y amigos de seudoopositores, que comenzaba por darse desde la Asamblea Nacional con Cabello en esas “pláticas democráticas de mesas de negociación mientras se daban “consejos a Maduro” y se pedían concesiones democráticas de puestos en el TSJ y el CNE. Pasaron de tener pláticas a tener platicas para dizque “mantener el juego democrático”. Para ese momento ya entonces habían cambiado las cosas.

Ya comenzado 2015, Padrino López afloraba como la pieza madurista para contener a Cabello, pero con sus apetencias propias. Así las contradicciones en el chavismo se atenderían desde un control militar diferente al monopolio cabellístico. Ciertos dirigentes políticos serios dentro del propio Partido Comunista, y militares con un resto de vergüenza profesional, daban muestras de preocupación ante el malandraje civil desbordado, de perversión sindical y de grupos de colectivos criminales, como es el caso del general Rodríguez Torres. Lo que ocurrió por ello en 2015 fue el resultado de esa lucha de poder interna del chavismo, lo que nos permitió imponer la calle y el voto como protesta seria que se recogería en esa victoria en las urnas, gracias a los verdaderos esfuerzos unitarios, que a pesar de no realizarse primarias para la selección de los candidatos a diputados en muchas circunscripciones electorales, logramos que el ciudadano acudiera masivamente en búsqueda de una esperanza.

Lo que se ha hecho, y sobre todo lo que no hicieron primero en 2016 Ramos Allup y ahora en 2017 Julio Borges en esa Asamblea Nacional ya se sabe. Así hemos llegado al final del doloroso balance de estos dos años 2016 y 2017. ¡Por ello exijo un Parlamento para Venezuela! Que los partidos liberen a sus diputados de toda supuesta disciplina partidista y que se escoja a un nuevo presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela. Exijo unidad de propósitos, organización y suma de recursos para la liberación de Venezuela. Asumo mi responsabilidad y propongo, por ejemplo, al actual presidente de la Comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional diputado Luis Florido, para encabezar tal cruzada desde la Asamblea Nacional. Esa es la elección verdaderamente necesaria y democrática hoy, para reiniciar la organización, con que opino hay que comenzar el año 2018. “Si cesamos los partidos y consolidamos la unión” poniendo primero el interés nacional, partidos y sociedad civil podremos juntos salvar a Venezuela. Así estaremos haciendo honor a la última voluntad de nuestro padre Libertador y dando una oportunidad de futuro libre a nuestra nación.

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