El primero de enero de 2017, en ese ambiente de profundo silencio que caracterizan las mañanas de Año Nuevo, comencé a ver la serie documental: La historia del cine: una odisea (Mark Cousins, 2011)La música de su introducción me lleva siempre a ese momento tan agradable, cuando a principios de año me propuse –de manera autodidacta– tomar un curso intensivo de cine. No es la primera vez que lo he intentado, ya en el pregrado universitario me compré la obra de Román Gubern, 1983, Historia del cine y comencé a leerla, pero la dejé por la mitad. En 2010 retomé su lectura, hice una lista de los clásicos y me puse a verlos a medida que avanzaba con la obra. Era una meta mucho más atrevida y llegué hasta la década de los cuarenta.

La serie documental de Cousins me facilita la tarea, pero son ¡15 capítulos de 1 hora cada uno! Será por ello que aquel enero del año pasado sucumbí. Ahora la cuestión es distinta, retomo la meta pero comprometiéndome con ustedes a entregarles una reseña semanal que trate de 3 capítulos cada una. De modo que para dentro de 5 semanas la habré terminado. Sin duda les estaré agradecido por ser tan exigentes conmigo. Ahora pasamos a contarles mis impresiones de los primeros tres capítulos.

Mark Cousins es un crítico de cine irlandés que publicó a principios del siglo XXI su obra homónima para después transformarla en serie documental, una producción que pretende contar 12 décadas del cine a través de 1.000 películas. Dicha historia se guía por la tesis que presenta en la introducción de cada capítulo: “El cine no lo mueve el dinero sino la innovación y la pasión”. Está aceptando que el mundo de las películas es una industria capitalista, pero su corazón y esencia es su condición de arte de las imágenes en movimiento. Es un arte que necesitó primero la invención tecnológica, y a ello dedicará buena parte del primer capítulo: “(1895-1918) Los albores del nuevo arte”.

El método que usa es mostrar la aparición cronológica de las ideas cinematográficas y ofrecer ejemplos de cómo influyen en el cine del mundo entero e incluso hasta el presente.

Se puede afirmar que el cine surge de la cooperación de varios inventores a ambos lados del Atlántico: en Estados Unidos y Francia, y este hecho –exagerando un poco– determina su historia como un eterno dilema entre su doble condición de negocio-espectáculo (Thomas Alva Edison al inventar la película de celuloide con perforaciones laterales para su arrastre (cinta), la cual se verá en el kinetoscopio en 1891) y arte, que por medio de la ficción o el reflejo de la realidad nos muestra la verdad y la belleza (los hermanos Louis y Auguste Lumière al aplicar el principio de la máquina de coser al arrastre de dicha cinta ante el proyector, permitiendo su ampliación en una pantalla en 1895).

Los Lumière establecen el primer género: el documental, el reflejo de la realidad; y con George Méliès aquellos que dependen fundamentalmente de los efectos especiales, siendo el género fantástico por el que mejor se le conoce. Las dos primeras décadas fueron de gran experimentación: se crearon técnicas que superarían la inicial imitación del teatro, lo que permitió que naciera el lenguaje propio del cine. Por dar algunos ejemplos: los primeros planos y contraplanos, la fragmentación del espacio en una línea temporal continua, el corte de continuidad, el montaje en paralelo (típico de las escenas de persecución), “phantomrider”, etc. A finales de la primera década del siglo XX nacerá el “starsystem”, gracias a los primeros planos que permitieron la identificación de un actor con algún estereotipo, en lo cual Hollywood será el mayor experto. El cine se va convirtiendo así en generador de mitos con los cuales el público lograba una gran empatía, por lo que se vuelve en su principal distracción. El mejor ejemplo de utilización de buena parte de estas técnicas y el logro del “hacernos sentir que estuvimos allí” será El nacimiento de una nación (1915) de D. W. Griffith.

Los capítulos 2 y 3 se centrarán en Hollywood. El dos lo describe y al final comienza a mostrar ocho reacciones a su estilo estandarizante e industrial, a los que dedica el capítulo 3.

Hollywood nace en 1909 de la “guerra de patentes”, de modo que representa la huida del pago del copyright ante los inventos que hacen posible la producción de películas en la costa este. Es la reacción “pirata” de ciertos grupos marginados como los judíos e incluso mujeres. Cousins la compara a con una bola de cristal, una burbuja donde el proceso de hacer películas se industrializaría (“sistema de estudios”) buscando obtener la mayor ganancia posible. Los productores (empresarios-inversionistas) se convirtieron en tiranos de la creación artística, pero a pesar de ello surgieron verdaderos genios, porque “el alma de la máquina era el arte”. El mejor ejemplo de ello fueron los que perfeccionaron el género de comedia: Buster Keaton, Charles Chaplin, Harold Lloyd; en especial Chaplin, que establecerá un modelo: “Charlot”: el vagabundo elegante de buen corazón que pasa por mil percances debido a su condición de marginado, pero también por su espíritu quijotesco, para vencerlos con humor, optimismo y esperanza.

La reacción contra el espíritu de evasión-burbuja y homogeneización industrial de Hollywood será lo que en el futuro llamarán “cine de autor”. Este es el predilecto de Cousins, siendo la primera reacción la del documental Nanuk el esquimal; el realismo de Erich von Stroheim; para después pasar al expresionismo alemán de la pos Gran Guerra: Robert Wiene, F. W. Muranu y Fritz Lang. El cine escandinavo, en especial Carl Dreyer. El realismo soviético de S. Eisenstein, D. Verlov, entre otros.

Cousins muestra una clara simpatía por todas estas reacciones, pero muestra una gran emoción al hablar del cine japonés, en especial el de Yasujiro Ozu, cuyas películas considerará verdaderos clásicos. Son clásicos porque logra alejar la cámara y equilibrar los personajes con el ambiente, “no crea héroes”, logra “descentralizar el ego humano”.

Todo el cine del cual hemos hablado se ha realizado en el silencio, es el llamado “cine mudo”. En nuestra próxima entrega, que se inicia con el capítulo 4, surgirá el sonido en las películas.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!