Nos acercamos a la recta final del año después de sufrir una continuada metralla oficialista contra los bolsillos de la ciudadanía. La camarilla gubernamental del hambre, encabezada por Maduro, echa sobre los hombros de la población el peso de una inflación acumulada de casi un 1.000.000%. Después del calvario del megapaquetazo, cumplidos los desastrosos “100 días de recuperación económica”, los venezolanos nos encontramos más pobres y rodeados del deterioro de nuestras posibilidades mínimas de vida.

Se ha convertido en un hábito enfermizo de Maduro sustituir la costumbre del regalo navideño por una nueva carga de penurias. La de 2018 llega con el epitafio del bolívar soberano, con la intervención de 21 mataderos y el caramelo envenenado de un incremento de 150% del salario mínimo. Ese aumento artificial de salario es un ataque planificado para empobrecer aún más a la sociedad y hacerla más dependiente del Estado.

Las medidas gubernamentales para recibir diciembre dispararon la hiperinflación. Un salario mínimo apenas le alcanza a una familia para comprar un pollo, un kilo de carne, tres cebollas y dos tomates. Según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, el precio de la canasta básica en diciembre podría llegar a unos inalcanzables 200.000 bolívares soberanos.

El sueldo que nos impone Maduro no alcanza ni para comprarse un pan de jamón. La devaluación es un tren bala que se alimenta de la incesante creación de dinero inorgánico. El aumento, por decreto, del valor del petro a 9.000 bolívares soberanos constituye su acta de defunción como criptomoneda y otra devaluación del soberano. El petro es una ficción que solo existe en la mente autoritaria que se divierte criminalmente con su maquinita para imprimir dinero. Lo peor es que no tiene otra opción: si quiere pagar salarios, bonos y medio cubrir el gasto fiscal tiene que seguir dándose vuelta a la manivela con la que saca tiras de billetes cada vez con menor valor.

Maduro quiere hacer del hambre una fábrica para capturar votos, el pasadizo hacia el gran hermano que narra George Orwell en 1984.

Sin duda que los venezolanos necesitamos escapar de esa narrativa y dar el salto hacia una realidad de cambios. Desafortunadamente volveremos a pasar unas navidades sumergidos en la precariedad impuesta por Maduro y sus erróneas políticas económicas que nos han llevado a la peor catástrofe económica de la región.


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