La foto se ha hecho viral, el papa Francisco posando sin ganas con los cinco obispos venezolanos que fueron a conversar con él sobre nuestra crisis y hacerle ver la actitud del gobierno contraria a los más elementales derechos humanos. Los prelados sonrientes, pero él, Su Santidad, aparece con cara de pocos amigos, evidentemente a disgusto, foto de compromiso. En contraste también circulan muchas fotografías de Francisco transmitiendo contentura en gráficas con personajes como Fidel Castro, Cristina Kirchner, Dilma Rousseff, Raúl Castro, por lo que la comparación es inevitable, ¿qué está pasando?

Hubo otro papa, Pío XII, al que se acusó de mantener un silencio cómplice ante los crímenes nazis contra los judíos, acusación que se resumía en documento fijado –y luego modificado– en el monumento de Yad Vashem, en el Monte Herzl de Jerusalén a los Mártires del Holocausto en el que se le imputa no haber dicho ni hecho nada respecto a aquellos horrendos hechos; también allí se le imputa que en 1942 se abstuvo de firmar una declaración que condenaba el exterminio; que mantuvo una posición neutral durante la guerra, por lo que la solidaridad cristiana solo se habría prodigado por decisión individual de los hombres de la Iglesia que en Europa y por iniciativas particulares fue que ayudaron a salvar a miles de judíos. Todo esto se resume en la degradante denominación que algunos le dieron de “El Papa de Hitler”, como tituló un libro John Cornwell en 1999, es decir, la imagen de un Papa demoníaco.

Es justo advertir que en sentido contrario también se han producido explicaciones y justificaciones sobre la actitud de Pío XII, dicen que ello se debió a que no quiso que Hitler hiciera a los cristianos lo mismo que hacía a los judíos, que su objetivo era salvar a estos pero preservando la seguridad de los católicos; que su propósito era mantener un cierto nivel diplomático que permitiera a la Iglesia la capacidad de movimiento suficiente para mantener una actuación clandestina en salvaguarda de judíos. Estas explicaciones han sido compartidas por sacerdotes católicos, escritores, historiadores, también por personajes como Golda Meir y por Robert Kempner, fiscal militar adjunto de Estados Unidos ante el Tribunal de Núremberg, todo lo cual se puede resumir en esta frase: “El Papa calló para poder actuar y para que otros pudieron también seguir actuando”. Y subiendo un escalón a favor de Pío XII se han revelado una serie de actividades que este realizó calladamente, actos que inclusohistoriadores califican de heroicos y que surgen de los archivos secretos del Vaticano de los cuales apenas a unos pocos se les ha levantado la pesada tapa del secreto que les cobija y de los cuales un libro, Los judíos del Papa, demuestra que secretamente este impartió instrucciones para grandes operaciones de salvamento a favor de aquel pueblo presa de la persecución, tanto que en contraposición lo califican de héroe y hasta se propuso elevarlo a los altares en cualidad de santo. Dicen que personalmente se disfrazaba de monje para recoger y amparar judíos, que dirigió una gran misión con nombres en clave y documentos falsos a sacerdotes que exponían sus vidas en aquellas acciones que incluían abrirles refugios en conventos y monasterios en toda Europa. Agrega el autor que Pío XII impartió instrucciones para dar certificados de bautismo a cientos de judíos ocultos en Génova, en Roma y en muchas otras partes de Italia, que más de 2.000 judíos de Hungría recibieron documentos vaticanos falsos que les identificaba como católicos y que también así salvó a muchos judíos alemanes trasladándolos a Roma en arriesgadas movilizaciones, todo lo cual ha llevado a muchos a concluir que en realidad aquel papa era un ángel defensor de las víctimas del Holocausto.

Esta historia es larga y aún no termina, solo la apertura de los celosamente resguardados archivos sobre las actividades del pontífice dará luces finales sobre el tema, y de los cuales solo una pequeña parte se ha dado a conocer como para permitir que se sepa de hechos que le reivindican.

En la actualidad tenemos a Jorge Mario Bergoglio como el papa Francisco, quien aparece disfrutando de la compañía de sátrapas y con notorio desagrado ante la compañía de los obispos venezolanos que se mantienen firmes en sus reclamos a favor de su pueblo que padece las atrocidades de una dictadura feroz, actitud que es criticada por muchos pero que, poniendo a volar a la imaginación, pudiéramos estar ante otra similar y peliculesca trama vaticana donde secretamente se están ejecutando actos a favor de las víctimas de este otro holocausto que se ejecuta en nuestro país. Es que resulta muy duro para un cristiano entender que el representante de Dios en la tierra apruebe la política infernal que propugna la camarilla dictatorial de Nicolás Maduro que azota a 30 millones de venezolanos.

¿Está el papa Francisco copiando a Pío XII?

¿Es el papa Francisco un ángel que mantiene una apariencia amistosa con esta dictadura y afines cubanos para poder ayudar a los perseguidos, a los torturados, a los presos, a los que mueren de hambre en nuestra patria?

¿El papa Francisco está moviendo influencias para ayudar en verdad a una solución al problema venezolano?

¿El papa Francisco es un ángel o es un demonio comunista?


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