Sobre el país, la oscurana. Ese manto que parece las nupcias con la muerte; la democracia nuestra es la cadavérica representación de una coyuntura histórica sostenida con los clavos del dolor, se han roto los diques de la cordura. La abusiva presencia de una dictadura atroz vulnera cualquiera hálito de libertad.

Se creen con el derecho de execrarnos de nuestra propia tierra; son los frutos de una generación castrada de afectos y abultada de odio. Aprendieron a desconocer otra manera de pensar; desde que nacieron les fueron amputadas las líneas gruesas de respetar al otro.

La oscuridad en el alma nacional, atrás el azar con su dosis de incertidumbre. Tenemos la realidad de un gobierno severamente cuestionado, con la suerte de tener un adversario desperdigado entre múltiples errores.

Este perverso régimen se mantiene debido a sus incontables abusos, así como por la torpeza de una oposición extremadamente ahogada en su propia nulidad cuyas contradicciones potencian al gobierno que opera desde la otra orilla.

Nuestras calles a oscuras se asemejan al triste espectáculo del país. Bombillas rotas, las penumbras acosando desde sus entrañas en las que solo opera el crimen. La pequeñez de las ideas enrevesadas en el círculo vicioso de una Venezuela perforada por los cuatros costados. Es la lobreguez infinita que atiza las conciencias sometidas por una realidad que nos golpea de manera inmisericorde.

Una Venezuela secuestrada por un grupúsculo de vivos que la disfrutan a placer. Son los nuevos amos del valle, boliburgueses que ya no caben en los trajes por las voluminosas realidades de unas panzas resueltas mientras sus dirigidos son la primavera de huesos secos que rebuscan en la basura.

Dos panoramas distintos de un país en el abismo; en la medida que aumenta la prosperidad del otro, el pueblo se va colgando del último hueso sin carne. Esa radiografía nacional es la verdadera demostración de la inutilidad del socialismo como solución a nuestros problemas.

Han gobernado con la mayor cantidad de recursos de la historia; jamás administración alguna tuvo la fortuna de contar con semejante caudal de dinero. Los resultados del experimento totalitario venezolano saltan a la vista: gente huyendo de sus casas para no morirse de hambre, pacientes sin los debidos medicamentos por la indolencia oficial, una verdadera catástrofe que prosigue seis años más.

Es fundamental repensar la nación. Que pueda volver a la luz con la esplendidez de su legado no es precisamente las tinieblas las que invadieron el camino de sus glorias.

Fuimos ejemplo de civilidad democrática, con poderes equilibrados impartiendo derechos bajo el arbitrio de una Constitución pródiga en protección ciudadana, ahora somos el pésimo ejemplo de los desatinos. Un gobierno se alza por encima de un pueblo al que aplasta. Son la miseria humana disparada a la enésima potencia…

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