Los venezolanos venimos atravesando por momentos de gran incertidumbre, no solo los que están en el país viviendo un deterioro progresivo, sino, además, los que se encuentran diseminados alrededor del planeta, buscando mejores oportunidades que su patria actualmente no puede ofrecerles, quienes añoramos la Venezuela que teníamos.

Queremos que nuestra nación surja de su crisis económica, azotada por la inflación descontrolada, la falta de oportunidades laborales, el empobrecimiento de la población, el estancamiento del sector productivo, así como, además, que podamos ser de nuevo una nación próspera, donde exista un florecimiento económico que hoy en día está truncado y que no nos permite soñar con un futuro mejor.

Por otro lado, necesitamos sentir que nos hemos liberado de la desconfianza, del deterioro de los valores, del sentimiento de temor que nos ocasiona la falta de seguridad a todo nivel, tanto en cuanto a la integridad física como a la moral, donde subsistir en medio del caos hace que el ciudadano actúe en respuesta a sus necesidades de supervivencia.

Nuestro país siempre se caracterizó por la hospitalidad, por ser abiertos a las otras culturas, por recibir a extranjeros que encontraban la oportunidad de prosperar, de formar una familia. En estas tierras se asentaron y dieron como resultado la mezcla de razas y tradiciones.

Hoy por el contrario, día a día, se ha intensificado cada vez más la necesidad del venezolano de emigrar, debido a la inseguridad, a la falta de calidad de vida, a la ausencia de ofertas de trabajo que le permitan desarrollarse como individuo y que le brinde herramientas para su supervivencia y la de sus familiares.

Soñamos con una Venezuela llena de esperanza, donde se mantenga vivo el entusiasmo y la llama del optimismo. Una gran nación, que no pierda la fe en que sí se puede restablecer su florecimiento, donde todos tengan las mismas oportunidades para desarrollarse y progresar, para así reconstruir el país que queremos.

Necesitamos creer en una Venezuela posible, con un futuro prometedor, donde las generaciones de relevo serán los protagonistas, donde todos los ciudadanos deberán unir sus esfuerzos, capacidades y talentos, convencidos de que sí es viable ese porvenir para sus hijos y sus familias.


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