“Sal fuera de ti, escapa de tu soledad”

Miguel Ríos

Hubo una película en blanco y negro que no me dejaron ver cuando era adolescente. Mis padres me conocían bien. Sabían que me atormentaría esa noche. Si hubiese permanecido despierto delante de la pantalla del televisor, seguramente habría tenido pesadillas. Los hermanos Taviani dirigían la narración de la tiranía de un padre sobre sus hijos en un pueblo italiano.

Mi padre me mandó a acostarme apenas había aparecido la primera escena desagradable. Me quedé tumbado en la cama con los ojos abiertos mirando al techo, impresionado por la historia y las imágenes. No sé cuánto me duró el insomnio aquella noche. Con el tiempo encontré la película. Después de haber visto toda la película creo haber entendido el bien que un padre hace a sus hijos cuando los quiere y los protege. Por otra parte, uno cree vislumbrar el daño terrible de un mal padre. La película era Padre padrone. En ella el actor Omero Antonutti interpreta a un padre que trata a sus hijos como un patrón, no como un buen padre. En un momento dado, el padre se lleva a uno de sus hijos, muy pequeño, de la escuela para que vaya a trabajar como pastor.

Uno aprende que un padre no es el propietario de sus hijos. Uno aprende también que la bondad es una virtud. La educación de un hijo es la preparación para la vida. No hacer nada, no decir nada a un hijo es el mejor modo de malcriarlo.

En este valle de lágrimas el cariño y la entrega de la familia importa más que cualquier otra cosa. Sin embargo, hay excepciones como la del padre, padrone (padre patrón) de la película o el extraño caso de la familia californiana de los Turpin. Un padre, David Allen Turpin, encerraba a sus trece hijos en casa, los uniformaba como si fuera un pequeño ejército y les negaba la vida. Aún hoy no se sabe qué clase de trato sufrieron estos en su casa, pero al parecer no iban a la escuela, estaban malnutridos e infantilizados. La apariencia de los varones de esta familia reflejaba un corte de pelo clonado de su padre (“Detenida una pareja en California que tenía a sus 13 hijos encadenados y desnutridos”; El País, 16-01-2018). La macabra situación sale a luz gracias a una llamada de socorro realizada por uno de los hijos, una hija de 17 años que logró comunicarse con el exterior desde un teléfono móvil.

Acuérdese de esto cada vez que alguien cuestione para qué sirve la educación o la escuela.


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