El éxodo, como fenómeno migratorio, es de tiempos lejanos. Al profundizar en el tema los investigadores han podido constatar que el origen de la especie humana es africano y que los fósiles que se han encontrado tienen, por lo menos, 300.000 años de antigüedad. No obstante ese dato, es poco lo que se sabe respecto al momento en que los primeros integrantes del linaje humano iniciaron el proceso de desplazamiento para otros lugares de la Tierra.

En el plano religioso, un hecho específico relativo a una gran movilización humana se produjo en el antiguo Egipto, en el siglo XIII a. C., dando lugar a un libro fundamental del Antiguo Testamento: Éxodo, el cual tiene especial significación para cristianos y judíos.

Cualquiera sea su motivación o carácter, el éxodo tiene para quien lleva a cabo la acción un fin liberatorio. En ese sentido, no deja de ser revelador lo que Moisés dijo al pueblo israelita: “Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre…”.

Desde el momento de la Declaración de Independencia hasta el inicio del gobierno de Hugo Chávez Frías, Venezuela no había vivido una experiencia migratoria como la que se ha tenido a lo largo de la fallida o mal llamada “revolución bolivariana”.

La salida de los venezolanos se inició a cuenta gotas y fue aumentando a medida que el “proceso” se hizo más radical y excluyente, hasta llegar a la “caída libre” de la economía durante el gobierno de Nicolás Maduro.

En una primera fase partieron los miembros de las clases económicas más solventes. Luego le siguieron los profesionales mejor preparados del país y los descendientes de los inmigrantes que llegaron a esta Tierra de Gracia a partir de la Segunda Guerra Mundial.

Ahora son los integrantes de las clases más pobres los que en estampida atraviesan las fronteras con Colombia y Brasil para permanecer en dichos países o dirigirse a otros de América del Sur.

En muchas ocasiones la salida de los connacionales solo puede concretarse después de que ilustres miembros de la Guardia Nacional Bolivariana, siguiendo el ejemplo que “Caracas dio”, se encargan de esquilmarles los escasos dólares que llevan consigo.

Pero como la situación del país es de crisis en todos los órdenes, muchos padres y abuelos de esos emigrantes, cuyas hondas raíces les hacen insistir en la permanencia, se ven en la necesidad de viajar –con sacrificios– a los distintos continentes para ver a sus hijos, nietos y demás seres queridos, no por mero placer, sino con el propósito de ponerle fin al distanciamiento que impide el necesario contacto de piel a piel.

Este último grupo constituye ahora una nueva categoría: la de los migrantes transitorios, esto es, otro tipo de éxodo.


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