Es comprensible que quienes arriesgan sus cargos edilicios, y quisieran mantenerlos sin consideración a las devastadoras circunstancias que el régimen imperante pretende eternizar, llamen a sus electores a respaldarlos este 9 de diciembre participando de estas elecciones no solo tramposas y amañadas, sino insertas en un contexto dictatorial y en condiciones nacionales e internacionales inmensamente favorables a una salida pronta, si no inminente, del tirano. Porque en Venezuela no están en juego las alcaldías ni las gobernaciones, sino la esencia misma de la República: el Estado de Derecho, la libertad, la democracia. ¿Qué comprensión del contexto y qué esperanzas a corto, mediano y largo plazo tienen quienes llaman a votar, a un mes del brutal asalto de Maduro al poder por otros seis años y la entronización de una tiranía devastadora que se arrastra detrás de la que lleva sesenta años ultrajando, reprimiendo, encarcelando y asesinando a los demócratas cubanos? ¿Que el poder les caiga en su mano por la fuerza de la gravedad ejercida desde la Alcaldía de Chacao? Yo te aviso, Chirulí.

Es absolutamente contradictorio que mientras el canciller chileno, Roberto Ampuero, llama a romper relaciones con el régimen dictatorial venezolano y promueva dicho rompimiento en el seno del Grupo de Lima, encontrando la inmediata respuesta favorable del canciller peruano, correspondiendo a la decisión de las democracias más importantes del mundo que, luego de desconocer la validez de las últimas elecciones presidenciales venezolanas han decidido romper relaciones con nuestro país a partir del 10 de enero, y mucho más contradictorio aún con la decisión del futuro presidente de Brasil, Jair Bolsonaro y de Colombia, Iván Duque, de proceder en el mismo sentido, con el fin de precipitar el desalojo de la dictadura, el llamado Frente Amplio le extienda un cheque en blanco al tirano para que se mantenga en el poder por otros seis años, apostando por una convivencia temporal que extienda el sufrimiento, el horror y la tragedia humanitaria en que esta tiranía nos ha hundido. Por lo visto, hasta que la tiranía cubana decida prescindir de los millones de dólares que su agente en Caracas les asegura. Vale decir: nunca. O cuando en conversaciones entre el Frente Amplio y el Palacio de la Revolución lleguen al acuerdo respectivo, como en un ominoso y ultrajante artículo proponía el gurú global Moisés Naím.

Es contradictorio, pero perfectamente lógico dado el absoluto aldeanismo, la pequeñez intelectual y la carencia de grandeza histórica de una clase política corrompida y hasta nuevo aviso hundida en su ignominia, que en lugar de apostar por la República, por la Venezuela del futuro, por nuestros hijos y nietos, abriéndose el pecho para enfrentarse con el tirano, con las hordas mercenarias de Vladimir Padrino y las iniquidades del tuerto Andrade, Raúl Gorrín, sus canales televisivos y sus corruptos e indecentes plumarios, prefiera cautelar la administración de sus miserables espacios. Cuando ya están maduros los tiempos y preparado el escenario internacional, en el que el dictadorzuelo ruso Vladimir Putin no tendría nada que buscar –Donald Trump, Jair Bolsonaro, Mauricio Macri, Sebastián Piñera, Martín Vizcarra, Iván Duque, el Grupo de Lima, la Secretaría General de la OEA y la mayoría de las naciones de nuestra región, así como los gobiernos de Canadá y de la mayoría de las naciones de la Unión Europea–, para el desalojo por la razón o la fuerza de la tiranía más inútil, corrupta y devastadora de la historia latinoamericana. No en seis años, sino ahora mismo.

Lo siento por el alcalde que me corresponde, pero iré a votar por él no hoy, sino cuando con ello le asegure la alcaldía bajo el primer gobierno democrático de mi amado país. Y tenga la certeza de que ninguna tiranía extranjera pueda desplegar sus tropas invasoras en las calles de la urbanización, la ciudad y el país en que vivo. Bajo una Venezuela que haya vuelto al reino de la libertad. Y podamos elegir una asamblea nacional incorruptible. Lo último que se pierde es la esperanza. Yo no la he perdido.


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