Qué parte no habían entendido aquellos que insistían en poner los bueyes delante de la carreta. Queda claro que mientras esta dictadura siga haciendo de las suyas jamás podrá salirse de un atolladero que tiende a complicarse más. La avanzada del régimen, que da cuenta de su grado de desesperación, reproduce la saña con la que han actuado en innumerables ocasiones anteriores. No es nuevo el modus operandi. Te extermino, luego existo. De manera que es un problema existencial: ellos o nosotros.

Cuántos asesinados, heridos, presos, perseguidos y emigrantes más se necesitaban para que se comprendiera la real dimensión de nuestra tragedia, hoy deliberadamente ignorada por quienes dicen, para no comprometerse, que debe buscarse una salida pacífica y evitar un derramamiento de sangre en Venezuela. Cuántas instituciones, partidos, sindicatos, empresas, gremios y ONG más deben desaparecer para que se entienda que estamos frente a una caterva que se hace cada día mas hegemónica y devastadora.

No había, ni hay razón ni explicación lógica alguna que justifique una actitud conciliadora destinada al desprecio y a la ridiculización. ¡Basta!. El sistemático ataque que desde 2016 se ha venido perpetrando contra la Asamblea Nacional, única rama legítima del Poder Público, ha llegado a su punto de ebullición. Están socavando y dejando como un cascarón a la única institución que más de cincuenta países y organismos internacionales han reconocido y tienen como referente en el país.

A estas alturas no se comprende entonces por qué no se actuó en sincronía con los hechos del 30-A. No tiene justificación haberle dado larga a la discusión, trámite y aprobación de cualquiera de las formas o modalidades que se hubiese adoptado, el TIAR, R2P, la Doctrina Roldós o el 187/11, para haberla puesto de una vez en la mesa. La explicación de que la aplicación de cualquiera de ellas no depende de nosotros no es del todo cierta. Tomar cualquiera de esas decisiones seguramente era mejor que no tomarla. Los hechos corroboran los efectos de la omisión.

Afortunadamente, ya se están tomando medidas al respecto. Hoy cuando comenzábamos a estar a la defensiva, en un clima de incertidumbre que amenazaba con hacerle añicos la fe a los más devotos, el presidente Guaidó de nuevo pone la carreta detrás de los bueyes y retoma la agenda política, pasamos a la ofensiva en un álgido momento en el que la bestial persecución, encarcelamiento y asilo de un significativo número de diputados, parece haberle puesto el candado a cualquier salida electoral o negociada sin que haya mediado  previamente el cese de la usurpación.

Una decisión como esa trascenderá a los acostumbrados comunicados de repudio, rechazo o condena, para pasar sin dilación a una etapa proactiva. Rusia, Cuba, los paramilitares colombianos, Hezbolá y narcotraficantes, han ido mas allá de cualquier retórica y pasaron a los hechos. De una u otra forma, tienen tomado al país y frente a esto no hay retórica que valga.

Así entramos a otra fase, difícil y compleja, pero tal vez la más crucial de todas. La que aventará para siempre a este sátrapa tropical y a los demás que en mala hora le robaron una buena parte del futuro a los venezolanos.


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