El 15 de enero de 2018 quedó grabado en las redes sociales mundiales, y para testimonio de la historia venezolana, como día esclarecedor de lo que significa la infame dictadura de Nicolás Maduro, su mentira y su cobardía como régimen que atribuye a una operación militar venezolana contraterrorista la masacre de El Junquito. Pretendió también sugerir la delación de sectores de la oposición el haber podido ubicar el paradero del joven inspector del Cicpc Oscar Pérez.

Hoy viernes 19 de enero, cuando escribo esta líneas, aún con un nudo de indignación en la garganta, veo el inverosímilmente maligno régimen dictatorial de Nicolás Maduro debatirse entre cremar o entregar los masacrados cuerpos de los jóvenes mártires venezolanos a sus madres, padres, hermanas, tías. Entre estos mártires se encontraba una semilla de amor y de futuro en el vientre de la enfermera tachirense Lisbeth Ramírez Mantilla. Se había unido al joven abogado Jairo Lugo Ramos para seguramente encontrar, en el amor de pareja, refugio frente al odio y la destrucción a la que ha sido sometida la sociedad venezolana, junto al exterminio de su libertad; en un proceso continuo de humillación de todo el que piense distinto. Los comunistas han establecido, con su dominación narco castrista-madurista, un régimen servil de militares en el que los pocos valientes y honestos al parecer quedan atrapados entre los intereses de los pervertidos jerarcas y sus propios intereses crematísticos, traicionando así a la patria: Venezuela

Si algo faltaba por proteger o rescatar del honor militar remanente, de la que fuera nuestra Fuerza Armada Nacional, el disparo desde ese lanzagranadas lo hizo trizas. Ya lo anunciaba la procesión de la Divina Pastora, cuando todo un pueblo de modo espontáneo lanzaba no granadas sino sus restos de frutas y botellones plásticos de agua, en medio del hambre, a la tarima de los uniformados oficiales de la FANB, a los que hizo retirarse del lugar. Así mostró lo que todo el mundo sabe en Venezuela: ¡hoy existe el más grande repudio, jamás conocido antes, hacia la institución armada venezolana! La que una vez fuera tradición y orgullo histórico por el legado de nuestros libertadores, ahora con la llegada de la sumisión a la narco castrocomunista dictadura es una vergüenza frente al mundo que presenció, en vivo y en directo, el modus operandi de la cobardía.

Oscar Pérez somos todos los venezolanos libertarios. Todos los que sentimos amor verdadero por nuestra Venezuela. Amor que nos hace respetar la vida de nuestros compatriotas, aun siendo adversarios de distinto pensamiento político. Hermanos de una misma patria venezolana, como la del mayor Bastardo de la Guardia Nacional y del inspector del Cicpc Oscar Pérez, masones que, cuando establecían negociaciones para rendir las armas de este último en el momento de reconocerse rodeado por la fuerzas de la dictadura, y por tanto el haber perdido esa batalla, intentaba evitar el derramamiento inútil de sangre venezolana.

El 15 de enero de 2018 la dictadura de Nicolás Maduro declaró abiertamente la guerra a la ciudadanía venezolana. Ciudadanía que exige libertad, y vuelta a la democracia. Ciudadanía que exige un gobierno de salvación nacional que por presión expulse a la dictadura para detener el genocidio y atender nuestra población que muere por necesidades básicas de alimentación y atención medica urgente.

Desde el centro de poder que los dirige en La Habana saben que no hay otra forma de mantenerse en el poder más que la represión asesina. Así han logrado, hasta ahora, implantar su oprobioso régimen en Venezuela. Sin embargo, la inmensa mayoría de nuestro pueblo venezolano aun dentro del territorio los resiste, y los combate, de distintas formas. Otros por cientos de miles huyen del genocidio por hambruna y persecución ideológica. Desde dentro y desde fuera del país todos exigen la salida del dictador y de su camarilla corrupta: Tareck el Aissami, Diosdado Cabello, Freddy Bernal y Jorge Rodríguez. Estos se han constituido, junto con Maduro, en los cinco jinetes del apocalipsis venezolano.

Al afirmar que Oscar Pérez tuvo alguna vez la intención de asesinar a alguno de ellos, Rodríguez pretende justificar la desproporcionada y cobarde operación criminal que acabó con la vida del joven inspector del Cicpc. Asesinaron también a la joven enfermera tachirense Lisbeth Ramírez Mantilla y a nuestro angelito venezolano, bebecito masacrado junto a su madre y a su padre y joven abogado Jairo Lugo Ramos. Junto a Abraham Lugo Ramos y Abraham Israel Agostini Agostini. Junto a Daniel Soto Torres, periodista zuliano, y José Alejandro Díaz Pimentel.

Todos ustedes, hermana, hermanos, angelito venezolano, precursor de libertad como “Miranda” Lugo Ramírez, descansen en la paz de nuestro señor Jesucristo. Serán recibidos, sin duda alguna, con la inmortalidad de sus almas como hijos de Miranda, Bolívar, Sucre, Rodríguez, Bello, Brión, Luisa Cáceres de Arismendi, Mariño, y tantos otros venezolanos en la gloria, y junto a nosotros, cuando alcancemos en su nombre, la libertad de nuestra patria, nuevamente. 


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