El pasado 24 de octubre pudimos observar parcialmente la acción casi asesina de un puñado de extremistas del PSUV –partido del narcorrégimen que mantiene secuestrada a Venezuela– agredir con alevosía a la líder venezolana Maria Corina Machado.

El candidato brasileño Jair Bolsonaro, que pasará a ser presidente electo en pocas horas, pudo haber sido eliminado en un atentado criminal, que por solo unos pocos centímetros no cambió el curso de la historia con consecuencias que aún no acabamos de imaginar. ¿Hubiera derivado ello en un baño de sangre? o ¿quizás en abierta dictadura de haberse producido su muerte? Ello habría sido un abierto golpe contra la voluntad mayoritaria del pueblo del Brasil.

He advertido por Twitter (@gonzalezdelcas) que el atentado que ocurrió en Upata, estado Bolívar, es un aviso a los esbirros del narcorrégimen, pues deben obrar diligentemente para que a Maria Corina no le pase nada más. Creo, firmemente, que sus cabezas dependen de ello. El aviso de lo sucedido en la tierra caliente, que lleva el apellido del Libertador Simón Bolívar, es definitivo. 

 En ese estado se encuentran inmensos e invaluables tesoros hídricos y de biodiversidad; además de un conjunto de valiosísimos minerales que van desde el oro amarillo hasta el llamado oro azul o coltán. Pero el valor de Venezuela, sostengo, es que ha sido escogida por la Providencia como cordero de Dios, que habrá de servir para purificar toda la región de América Latina y el Caribe de tanta corrupción y malignidad. Hemos sostenido que nuestra “tierra de gracia”, además del lugar donde se concentran grandes cúmulos de riquezas materiales, es también tierra de grandes reservas de calidad humana y de hombres de dignidad libertaria. 

Aquejada hoy, dolorosamente, por la invasión castrista ejecutada gracias a la traición histórica de Chávez a su propia patria venezolana, fue convertida en plataforma de expansión no solo del castro-comunismo, desde las doctrinas difundidas por el Foro de Sao Paulo, sino también en receptáculo de resentimientos tan cercanos como los del proceso de narcoguerrillas colombianas, con sus terroristas de las FARC y del ELN tomando partes del  territorio venezolano. Recibimos también el influjo de otras culturas y conflictos que nos eran distantes territorial y quizás emocionalmente como los del Oriente Medio. Venezuela desempeñó antes un papel de esperanza y reconciliación de muchos que venidos de distintas patologías mundiales, por diversas y duras experiencias, eran convertidas en familias venezolanas de bien, que empezaban una nueva vida de sanación y paz, junto con nuestro pueblo abierto, alegre, generoso.

Infiltrada la patria venezolana por sus dominadores cual “caballo de Troya”, que le permitió al chavismo la toma del control territorial, devenido ahora en el saqueo más vulgar y humillante de grupos armados de varios países, con participación del ELN de la nación hermana de Colombia; por  ejemplo en nuestro estado Bolívar, donde rigen la explotación del oro amarillo. El subsecretario para el Financiamiento al Terrorismo del Departamento del Tesoro de  Estados Unidos, Marshall Billingslea, afirmó recientemente: «Hemos visto 21 toneladas métricas o más de oro que han ido a Turquía en meses recientes, y hemos visto empresas turcas reemplazar muchas de las empresas alimentarias que incursionaron en la corrupción vinculada con el programa de cajas de comida CLAP».

Saqueando nuestro oro amarillo van destruyendo a su paso nuestros recursos hídricos y de biodiversidad. Por otra parte, al ir expandiendo su asentamiento en territorio venezolano andan desarrollando su negocio maldito del “oro blanco de la cocaína”,  a través del sistema financiero de Pdvsa, desde donde corrompen, lavan y van convirtiendo nuestra tierra de gracia en tierra de desgracia; con asesinatos y bandas terroristas por doquier.

 Después de la liberación de Independencia, cuando han pasado doscientos años de historia, hoy nos encontramos en pleno siglo XXI bajo Estado de invasión y secuestro. Con la repartición de nuestro territorio entre un conjunto de fuerzas de dominación extranjeras, solo nos queda organizarnos como fuerza de resistencia en un ejército de liberación del territorio venezolano. El plan Venezuela deberá empezarse a sentir en los enemigos de nuestra libertad y justicia, sus fuerzas invasoras, y sus aliados y colaboracionistas.  Por ejemplo, los castristas que han robado el oro negro de nuestros yacimientos, destruyendo las capacidades de nuestra industria petrolera; llevándola de producir más de tres millones  de barriles diarios en 1998 a un millón para finales de 2018. 

Francisco de Miranda con su grito libertario, y tomado por nosotros como consigna de lucha: “Muera la tiranía, viva la libertad”, expresa fehacientemente lo que ha de ser la comprensión cabal de la resistencia venezolana de ante qué tipo de enemigo estamos. Debemos recuperar más que ese oro multicolor: del oro amarillo y del oro negro, erradicar el oro blanco para recuperar nuestra auténtica valía del oro multicolor de nuestros corazones y razas, e integradas como la nación que  una vez fuimos ¡Libertadores de una palpitante región de oro y verdadera gracia!

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